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Don Bosco y Francisco Besucco, y la receta educativa de la bondad

Roma (Viernes, 01-02-2013, Gaudium Press) La Agencia de noticias salesiana (ANS) divulgó consideraciones sobre la vida y actividad de Don Bosco en un triduo que preparaba para la fiesta del santo de la familia salesiana.

Publicamos hoy las reflexiones escritas para el último día del triduo:

Francisco oía hablar del Oratorio de Don Bosco y quería entrar en él aunque sabía que no sería fácil, debido a la extrema pobreza de los padres. Un día, después de hacer la Comunión y rezar a Nuestra Señora, oyó una voz que le llenó el corazón de alegría: «Ten confianza, Francisco, porque su deseo será satisfecho». Completamos el triduo de ANS para la Fiesta de Don Bosco con el tercer joven, cuya vida fue escrita por el Santo de los Jóvenes.

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Llegando a Valdocco, Francisco se encuentra totalmente envuelto por la atmósfera de Savio y Magone. Perduraba su fama de santidad y la vida se desarrollaba en torno a Don Bosco y sus primeros colaboradores. Don Bosco es el inspirador, antes el generador de aquella vida: «Quien no vio al Santo entre sus jóvenes en el Oratorio -escribe el Padre Caviglia-, nunca podrá hacerse una idea adecuada de lo que fue su presencia ni la compenetración que había de su espíritu con el de sus niños. Decir que era un padre ya parece mucho, pero en el mundo del espíritu no llega a decirse todo. Es preciso pensar en una casi fascinación amorosa y cariñosa de un corazón comprensivo y comprendido, que dispone de toda la virtud que le viene de los dones de la santidad. No era trepidante veneración delante del sacro misterioso: había una inconsciente sinfonía de almas que, sin explicaciones, se comprendían, en un lenguaje que la palabra no es capaz de traducir».

Besucco llegando al oratorio lleva consigo notable sentido de gratitud por los dones que Dios sembró en su joven vida. Esa actitud «eucarística» no escapa a la mirada educativa de Don Bosco que, viendo la bondad de corazón del pastorcito, su sensibilidad por los dones recibidos, su espíritu de agradecimiento para quien le quiso e hizo bien, reconoce el trabajo que la gracia hizo y cómo el joven pastorcito correspondió, con corazón dócil, a la acción del Espíritu Santo.

Besucco llega al oratorio con la sensación de entrar en un santuario, juzga a sus compañeros «todos más virtuosos que él» y se define a sí mismo como un mal sujeto; se perturba y va a exponer sus dificultades a Don Bosco. «A mí me gustaría ser bueno como ellos -le dice- pero no sé cómo hacer». La respuesta es uno de los documentos pedagógicos fundamentales del santo educador: «Si quieres volverte bueno pon en práctica solo tres cosas y todo irá bien. ¿Y cuáles son esas tres cosas? Alegría, Estudio, Piedad. Este es el gran programa. Si lo sigues, podrás vivir feliz y hacer muy bien a tu alma». Francisco busca seguir el programa que le fue propuesto con toda su alma, con el objetivo de llegar a «muy bueno». Su perfil espiritual se diseña según la línea trazada por Don Bosco.

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Es exactamente en la vida de Besucco que se encuentra una sentencia de importancia capital, relativa a la educación de Don Bosco: «Se diga lo que se quiera acerca de los varios sistemas de educación; pero yo no encuentro ninguna base segura sino en la frecuencia de la confesión y la comunión; y creo no exagerar afirmando que sin estos dos elementos desaparece la moralidad». Para Don Bosco la educación es constitutivamente transcendente, mientras el objetivo educativo último que él se propone es la formación del fiel. Para él, el hombre formado y maduro es el ciudadano que tiene fe, que pone en el centro de su vida el ideal del hombre nuevo proclamado por Jesucristo y que es un corajudo testigo de las propias convicciones religiosas. Una educación a la fe que indicando la vida como un relacionamiento de amistad profunda con Jesús, a través del empeño y el esfuerzo cotidiano para vivir con sobriedad y piedad, se abre al encuentro definitivo, revelador, en la vida del pequeño pastorcito, de su trabajo de santificación, la razón de su penoso mortificarse y de su oración incesante: «Tengo una cosa en que siempre pensé en mi vida; pero no podía imaginar que me habría de causar tanto pesar en la hora de la muerte… Siento el más amargo pesar porque en mi vida no amé bastante a Dios como Él merece».

En este último día, el Padre Cameroni, que cuidó de este Triduo de Don Bosco, sugiere celar por el examen de consciencia y, si posible, celebrar el Sacramento del Perdón, esto es, la Confesión».

Con informaciones de la ANS – http://www.infoans.org/RicercheAbreve.asp?sez=1&giorn=7&Sezione=NEWS&Lingua=5

 

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