Ciudad del Vaticano (Lunes, 04-02-2013, Gaudium Press) Después de siete años de pontificado, el Santo Padre Benedicto XVI completó las visitas «ad limina» a la Santa Sede Apostólica con todos los obispos del mundo.
«A través del encuentro del obispo con el Papa se refuerza la unida y la colegialidad entre los obispos y el sucesor de Pedro», declaró el Prefecto de la Congregación para los Obispos, Cardenal Marc Ouellet.
En entrevista a la Radio Vaticana, el purpurado explicó que «cuando un obispo llega a Roma, trae consigo las alegrías, esperanzas y sufrimientos de su Iglesia». Al compartir esos sentimientos «cada obispo se siente sustentado por el Papa y por los obispos para desarrollar su misión a favor de la justicia y la paz».
Según el Cardenal, los frutos de las visitas «ad limina» son «sobre todo espirituales, porque viniendo a Roma cada obispo confirma la profesión de la propia fe sobre la tumba de San Pedro». «En el encuentro personal con los obispos el Papa se muestra padre de todos e indica la vía para reencontrar los fundamentos de la persona, la familia, la tutela de la vida y el sentido auténtico de la libertad», agregó.
Cardenal Ouellet resaltó que «la libertad de profesar la propia fe fue introducida en el mundo por el cristianismo» y que esta libertad «pertenece a la persona, siendo el fundamento de toda la libertad». En su opinión «este derecho debe ser reconocido por los ordenamientos civiles de cada nación y que compete también a las comunidades religiosas que deben poder organizarse y desarrollar sus actividades culturales, educativas y asistenciales según su propio credo». (EPC)
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