martes, 26 de noviembre de 2024
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El pontificado de Benedicto XVI: una Iglesia actual y eterna

Ciudad del Vaticano (Lunes, 11-02-2013, Gaudium Press) La Iglesia del siglo XXI recibe de Benedicto XVI una senda marcada por grandes innovaciones y una profunda fidelidad a la Tradición de la Iglesia, una ruta de avance y de continuidad. La última etapa de su pontificado ha demostrado un interés notable sobre la Nueva Evangelización, a la cual dedicó el Sínodo de los Obispos, y las nuevas tecnologías, siendo el primer Papa en twitter y habiendo alentado con gran interés las iniciativas de la Iglesia en Internet. Pero también ha puesto reiteradamente de relieve la necesidad de la Iglesia de mantener su esencia y su identidad, que exhibe con orgullo durante el Año de la Fe, y la adecuada valoración de la riqueza de los siglos anteriores, con la liberalización del Rito de 1962 y la promoción del uso y estudio del latín.

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Su Santidad Benedicto XVI marcó las pautas para el apostolado de la Iglesia en el siglo XXI.

El twitter y el latín, la tradición y las nuevas tecnologías, esas realidades que parecían lejanas se han fundido en Benedicto XVI. La Iglesia recibe la misión evangelizadora que avanza en todos los campos y dimensiones de la existencia humana pero que se nutre de la continuidad de la fe y la Tradición de una Iglesia milenaria, cuya fuente es Cristo mismo. El mismo Santo Padre que alienta el «compromiso de ser testigos del Evangelio en la era digital» (como lo hizo en su último mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales) promueve «un mayor conocimiento y un uso más competente de la lengua latina» ( Motu Proprio Latina Lingua), que facilita el estudio de la Teología, la Liturgia, la Patrística y el Derecho Canónico. El legado de Benedicto XVI encauza la presencia de la Iglesia en los nuevos espacios de la existencia humana a través de la identidad, los valores, experiencias de la Iglesia de los siglos y, sobre todo, la inmutable Doctrina que está llamada a conservar en beneficio de la humanidad.

La «hermenéutica de la continuidad»

El retorno a lo fundamental, característico de Su Santidad Benedicto XVI, fue notorio en su primera Carta Encíclica Deus Caritas Est (Dios es Amor), donde se hizo notable su lenguaje accesible, magisterial y su profundo conocimiento teológico. En este mismo sentido se ha expresado en torno a la celebración de los 50 años del Concilio Vaticano II, uno de los motivos de la declaración de Año de la Fe, que describió como «una gran fuerza para la renovación siempre necesaria de la Iglesia», que surtirá este saludable efecto «si lo leemos y acogemos guiados por una hermenéutica correcta» (Discurso a la Curia Romana, diciembre de 2005). La «hermenéutica de la continuidad», es decir la interpretación del Concilio Vaticano II en continuidad con la tradición de la Iglesia, ha sido objeto de numerosas menciones por parte del Santo Padre, quien ha buscado aclarar el verdadero sentido del Concilio y la ruta que marca para la Iglesia.

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A pesar de se avanzada edad, el Santo Padre sorprendió por su uso personal de las nuevas tecnologías para la Evangelización. 

Esta continuidad con la Tradición y la historia de la Iglesia se manifestó también en el campo litúrgico, con la liberalización de la celebración eucarística en latín según el Misal Romano promulgado por Su Santidad Juan XXIII en 1962, a través del Motu Proprio Summorum Pontificum de julio de 2007. El propio Benedicto XVI había recomendado el latín para las Eucaristías internacionales y había invitado a los sacerdotes y seminaristas a estudiarlo. El Santo Padre sugirió también «rezar en latín las oraciones más conocidas de la tradición de la Iglesia y, eventualmente, utilizar cantos gregorianos» (Exhortación Apostólica Sacramentum Caritatis, marzo de 2007).

La Iglesia del futuro

Estas decisiones, en lugar de significar un retorno al pasado, demostraron ser una mirada hacia el futuro de la Iglesia. En numerosas oportunidades, Benedicto XVI manifestó su interés en preparar la Iglesia para afrontar los retos de un mundo cambiante y estar dispuesta a recuperar los terrenos arrebatados por la secularización. El de Benedicto XVI es un entusiasmo sobrio, sin ingenuidad, consciente de los avances de las estructuras de pecado y, al mismo tiempo, de la profunda necesidad de Dios en el corazón de quienes se han alejado. El llamado constante de valorar el tesoro de la Fe, recibida a través de la Iglesia de manos de Cristo y de sus apóstoles, unió a la Iglesia en un mismo sentir y ha generado frutos en los más variados lugares, desde Europa, Latinoamérica y Estados Unidos hasta las partes más apartadas y perseguidas de la Iglesia en Asia y África.

Su Santidad Benedicto XVI deja en este sentido un legado doctrinario y también institucional: la creación de un Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización; la renovación de las plataformas en Internet, como el portal de noticias de la Iglesia News.va que integra los servicios informativos de la Santa Sede y el rediseño de las páginas web de varios dicasterios; la propia cuenta oficial del Papa en twitter (@Pontifex_es) y la Academia Pontificia de Latinidad, dedicada a fomentar «el empeño por un mayor conocimiento y un uso más competente de la lengua latina, tanto en el ámbito eclesial como en el más amplio mundo de la cultura». No es coincidencia que uno de los idiomas en el que el Papa se dirige al mundo en las redes sociales sea precisamente el latín, la lengua materna de la Iglesia de Cristo. La Iglesia, bajo el cayado de Benedicto XVI, puso sus ojos en lo actual y en lo eterno.

Gaudium Press / Miguel Farías.

 

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