martes, 26 de noviembre de 2024
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"Nos sostiene en esta hora la fe en la promesa de Cristo sobre el carácter indefectible de su Iglesia": Card. Sodano

Ciudad del Vaticano (Martes, 12-03-2013, Gaudium Press) Basílica de San Pedro, 9:30 a.m. En pocas horas comenzará el tal vez acontecimiento más importante de la década, el Cónclave que elegirá al sucesor de Benedicto XVI. Pero antes, a las 10 de la mañana, los cardenales electores y no electores presentes en Roma, en una Basílica papal abarrotada, han celebrado la «Santa Messa per l’elezione del Romano Pontefice», la misa por la elección del Romano Pontífice.

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Fotos: Gustavo Kralj – Gaudium Press

Minutos antes de la misa ya se escuchaban los acordes de los organistas y cantores que ensayaban instrumentos y voces. Igualmente, en los momentos previos, y como preparación espiritual a la solemne misa, el maestro de ceremonias propone a los asistentes el rezo de los misterios del Rosario, en esta ocasión los Dolorosos, que son enunciados en cuatro idiomas -italiano, inglés, español y francés- y rezados en latín: «Pater Noster qui est in caelis…»

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Delegaciones del mundo entero colman la Basílica vaticana: Sacerdotes, religiosos, laicos consagrados y simples fieles de los 4 puntos del orbe. Dominicos, Franciscanos, religiosas de la Madre Teresa, Benedictinos y benedictinas, Heraldos del Evangelio, representantes de innúmeras comunidades en conjunto multicolor pero armónico se hacen presentes. A nuestro lado izquierdo un sacerdote de la India, meditativo y circunspecto, el P. Abraham; a nuestra derecha una vivaz delegación de seminaristas y laicos de los EE.UU; detrás una pareja de fervorosos alemanes acompañan el rosario. Un ambiente de tranquila alegría y de expectativa se respiraba.

«El Señor es la fuerza de su pueblo, el refugio de salvación por aquel que fue ungido, el Cristo. Salva a tu pueblo, Señor, bendice tu heredad y gobiérnala por siempre», rezaría la antífona primera de la grandiosa ceremonia, invocando a Dios para que los Cardenales sean completamente dóciles a la voz del Espíritu Santo y elijan como sucesor de Pedro a aquel más apto para el gobierno de la Iglesia. «Oh Dios, Pastor Eterno, que gobiernas a tu pueblo con solicitud de Padre, da a tu Iglesia un Pontífice que sea de tu agrado por la santidad de vida, enteramente consagrado al servicio de tu pueblo», entonaríann los fieles durante la oración-colecta.

Inicio de la misa

Y finalmente llegan las 10:00 horas. El bermejo cortejo de los Cardenales, ingresa, precedido por la Cruz procesional. El Cardenal Braz de Aviz sonríe, el Cardenal Rodé entra con fisonomía de gravedad, el Cardenal Scherer manifiesta discretamente su complacimiento. Cierra el cortejo de los purpurados el decano, el Cardenal Sodano, solemne quien oficia como celebrante principal.

« In nomine Patris, et Filii, et Spiritus Sancti » recita el Cardenal dando inicio a la celebración. La primera lectura es del profeta Isaías, leída en inglés; el salmo, el 88, en italiano, es cantado en melodía gregoriana; la segunda lectura, tomada de la carta del Apóstol San Pablo a los Efesios, es recitada en Español, maravillosa, sobre los diversos carismas y ministerios dados por Dios a su Iglesia. Antes de la lectura del Evangelio, viene el incensamiento del altar. El de la ocasión es el Evangelio de San Juan en su capítulo 11: «No me habéis vosotros elegido, fui yo mismo quien os elegí….»

Homilía del Cardenal decano

En su homilía el Cardenal Sodano agradeció a Dios «por el luminoso Pontificado que nos ha concedido con la vida y las obras del 265º Sucesor de Pedro, el amado y venerado Pontífice Benedicto XVI, al cual en este momento renovamos toda nuestra gratitud.» Asimismo, el purpurado imploró «del Señor que a través de la solicitud pastoral de los Padres Cardenales, quiera pronto conceder otro Buen Pastor, a su Santa Iglesia. Cierto, nos sostiene en esta hora la fe en la promesa de Cristo sobre el carácter indefectible de su Iglesia. Jesús en efecto dijo a Pedro: ‘Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella’ (Cfr. Mt. 16, 18)».

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El purpurado resumió el mensaje profundo de las lecturas al aplicarlo a la difusión de la caridad por medio de la Iglesia. Esta misión fue «confiada por Cristo a los pastores de su Iglesia. Es una misión que compromete a cada sacerdote y obispo, pero compromete aún más al Obispo de Roma, Pastor de la Iglesia universal. A Pedro, en efecto, Jesús dijo: ‘Simón de Juan ¿me amas tú más que estos? Apacienta mis ovejas (Juan 21, 15). Es conocido el comentario de San Agustín a estas palabras de Jesús: ‘sea por lo tanto tarea del amor apacentar la grey de Señor’; ‘sit amoris officium pasceré dominucum gregem’ «.

El Cardenal decano pidió a la asamblea que rezase para que el futuro Papa pueda seguir la obra de caridad de los pontífices anteriores. Estas intenciones fueron secundadas por la liturgia que invitaba a orar para que el Señor proveyese a la Iglesia de un Pontífice según su corazón, liturgia que pedía oraciones por los Cardenales que elegirán al Romano Pontífice, y que imploraba para que le fuese concedida a la Iglesia el don de un Papa según el corazón de Cristo, que edificase a los hombres con el testimonio insigne de su vida.

Tras la bendición y cortejo final, la feligresía se retiró en la paz y la alegría de Cristo, a la espera del pronto cierre de las puertas de la capilla sixtina, y a que en poco tiempo la ‘fumata bianca’ suba a los cielos, anunciando un nuevo Pastor Universal católico.

Gaudium Press / Saúl Castiblanco

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