Boston (Jueves, 18-04-2013, Gaudium Press) Fueron muchos los insignes hechos de solidaridad -e incluso heroicos- que se generaron a raíz de la explosión en la maratón de Boston, que ha causado hasta el momento 3 muertos y decenas de heridos, algunos de suma gravedad.
Esos gestos fueron puestos de relieve por el Cardenal Sean O’Malley, Arzobispo local, quien afirmó que «los ciudadanos de la ciudad de Boston y la comunidad económica de Massachussetts están bendecidos por el coraje y el heroísmo de muchos, particularmente los hombres y mujeres de la policía y del departamento de bomberos y servicios de emergencia quienes respondieron en los momentos de estos trágicos acontecimientos», expresó.
Cardenal O’Malley |
«En medio de la oscuridad de esta tragedia nosotros nos volvemos a la luz de Jesucristo, la luz que era evidente en las vidas de las personas que inmediatamente se dirigieron a ayudar a las personas que hoy lo necesitaron», dijo el Cardenal O’Malley en el marco del atentado.
Entre esos hechos insignes se destaca el de Carlos Arredondo, relatado al Washington Post.
Arredondo había ido a Boston a observar la carrera de los Guardias Nacionales, en honor de los militares caídos en combate, entre los que se cuenta su propio hijo, que fue muerto en Irak. Tras la detonación de las bombas, a las 2:50 pm, el señor de 52 años saltó las vallas de seguridad y se ocupó de un hombre joven que había perdido una pierna, la izquierda, debajo de la rodilla.
«¿Cuál es tu nombre?», le preguntó Arredondo al herido, que no había perdido la conciencia, buscando tranquilizarlo. «Todo estará OK», le continuó diciendo. Al tiempo, Arredondo, impedía que la víctima viera la seriedad de sus heridas, y buscó ayuda. Y cuando el herido era trasportado en silla de ruedas, Arredondo presionó la arteria femoral, evitando así su desangre y su muerte.
Él no quiere que se le llame héroe. «Sólo hice mi trabajo», dice.
La abnegación también se evidenció en varios de los corredores que concluían la carrera. Después de haber recorrido 26 millas, muchos de ellos continuaron su caminar pero entonces hacia los hospitales, donde fueron a donar sangre. Otros, y agotados como estaban, se dirigieron directamente a socorrer a los heridos.
Otro hecho que han destacado los medios de comunicación es el de un supuesto sargento del ejército, «Tyler», que también había sido herido por la metralla, pero que acudió a ayudar a «Victoria» quien sufría heridas de gravedad. El hombre la tomó, le mostró sus propias heridas, la tranquilizó y la condujo hacia una tienda médica improvisada.
La generosidad se manifiesta también en los habitantes de la ciudad. Existen en el momento más de 8.000 ofrecimientos públicos de hospedaje, alimentación y ropa limpia, para corredores de fuera de la ciudad y sus familias, que deban permanecer algunos días en Boston mientras se desarrollan las investigaciones.
La Arquidiócesis de Boston realiza un amplia acompañamiento litúrgico y pastoral a los afectados y a los habitantes de la ciudad.
Gaudium Press / S. C.
Con información del National Catholic Register
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