Buenos Aires (Jueves, 27-06-2013, Gaudium Press) El Obispo de Gualeguaychú y Presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social de Argentina, Mons. Jorge Eduardo Lozano, dedicó el pasado 17 de junio una homilía especial al tema del consumo de drogas, con motivo de la celebración del Día Internacional de la lucha contra el uso indebido y el tráfico ilícito de drogas, convocada para el pasado 26 de junio.
Mons. Jorge Eduardo Lozano, Presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social de Argentina. Foto: AICA. |
En una Eucaristía celebrada en la Capilla del Santísimo Sacramento de la Catedral Primada de Buenos Aires, el prelado afirmó que la causa del recurso a las sustancias adictivas es la naturaleza trascendente del alma humana, «esa búsqueda de Dios que el poeta inspirado por Dios vinculaba con la sed, como aquella necesidad profunda del corazón humano, tan honda que sólo el agua de Dios puede saciar». Ante esta necesidad, el hombre se enfrenta ante los riesgos de buscar saciarse en «aguas contaminadas» y dejarse engañar por «espejismos».
Las falsas fuentes de saciedad
Mons. Lozano definió el «agua contaminada» como aquello que «calma momentáneamente pero termina destruyendo la vida». Este concepto representa para el Obispo las propuestas del mundo que no son de Dios, fruto de «una sociedad consumista, individualista, hedonista, una especie de camino para la felicidad pero que en realidad no conducen más que a la soledad y el abandono». El agua contaminada deja al hombre igualmente sediento, al tiempo que destruye su salud.
La otra figura empleada por el prelado fue la del espejismo, un ideal falso que las personas se esfuerzan por alcanzar pero que al final se revela como inexistente. Mons. Lozano explicó que se trata de un «falsa ilusión acerca de la felicidad y acerca de aquello que queremos alcanzar». La pérdida del verdadero fin de la existencia humana, que es Dios, y las propuestas engañosas pueden conducir a las personas a creer «encontrar en una sustancia lo que sólo el amor puede brindar».
«Sólo los amigos, sólo la familia, sólo la fe, sólo Dios, sólo el amor de Jesús», fueron señaladas por el Obispo como fuente verdadera de saciedad para el alma. «Es ese amor que se hace fuente que quiere derramarse para poder clamar de verdad la sed más profunda de nuestro interior», comentó Mons. Lozano.
Jesucristo, verdadera esperanza
Por este motivo es Jesucristo mismo la fuente de esperanza del ser humano, agobiado y confundido. «Jesús quiere presentarse como el humilde servidor que viene a cargar con su cruz y con nuestras cruces. Que viene a asumir el sufrimiento y el dolor de toda la humanidad», explicó el prelado. «Que nos invita a caminar con Él asumiendo la verdad de nuestra vida, las cosas que nos salen bien y las cosas que nos salen mal».
Mons. Lozano destacó la voluntad de Dios de hacerse disponible para los seres humanos, a pesar de sus limitaciones y miserias. «El amor de Dios no es un premio a la buena conducta. El amor de Dios es incondicional. Dios nos ama y nos ama siempre. Y nos ama de verdad. Ése es nuestro fundamento para la esperanza cristiana», expresó.
El Obispo animó la confianza de los católicos en el amor de Dios y solicitó la oración «por tantos hermanos nuestros que buscado en la droga, en el alcohol, en el juego, esperanzas fallidas. Recemos por la conversión, como nos pedía el Papa Francisco hace un tiempo, por la conversión de los mafiosos, por la conversión del corazón de los que lucran y negocian con la vida humana», exhortó. «Recemos por aquellos que sufren, por las familias, y recemos también por quienes se dedican a su servicio, para que sean fortalecidos en sus buenos anhelos y deseos de encarnar el rostro de Jesús, Buen Pastor misericordioso, que viene a calmar la sed más profunda de nuestro corazón», concluyó.
Con información de AICA.
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