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La Iglesia Católica renueva su llamado por la paz en Siria ante la Asamblea General de las Naciones Unidas

Ciudad del Vaticano (Jueves, 03-10-2013, Gaudium Press) El Arzobispo Dominique Mamberti, Secretario para la Relación con los Estados de la Santa Sede, renovó ante la Asamblea General de las Naciones Unidas el compromiso de la Iglesia para buscar una solución pacífica al conflicto en Siria. El prelado recordó que la guerra es uno de los principales obstáculos para el desarrollo y que el uso de las armas debe ser limitado a la legítima defensa y a su condición de último recurso.

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Mons. Dominique Mamberti, Secretario para la Relación con los Estados de la Santa Sede. 

El tema de la Asamblea multilateral es el análisis del cumplimiento de los «Objetivos del Milenio» para el desarrollo. A este respecto Mons. Mamberti pidió reconocer las «luces y sombras» de este proceso y vincular de manera primordial el desarrollo integral, la promoción y protección de la familia y la dignidad de la vida humana desde su concepción. Además de este llamado, el Secretario para la Relación con los Estados pidió incorporar dentro del marco necesario para el desarrollo la obtención de la paz para las naciones.

La paz, necesaria para el desarrollo

«Si estamos de acuerdo en considerar la paz como «conditio sine qua non» del desarrollo humano integral, es necesario volver a algunos de los principios básicos sobre los que la comunidad internacional se comprometió solemnemente hace casi 70 años», expresó el prelado. «Las Naciones Unidas, desde ese momento, se crearon para «preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra»». Mons. Mamberti señaló que las instituciones creadas, como el Consejo de Seguridad, buscan evitar el uso de la fuerza armada y limitarla en el caso de las excepciones de legítima defensa. «La limitación de la fuerza es el primer y fundamental principio» y constituye «el objetivo final de cualquier sistema jurídico para la protección de la persona y sus derechos fundamentales», expuso.

El prelado lamentó que la acción de la comunidad internacional no haya podido evitar cruentos conflictos como los vividos en la República Democrática del Congo y la República Centroafricana, y afirmó que continúa la profunda preocupación sobre Medio Oriente y las amenazas que representa el tráfico de drogas en América. Sin embargo, reconoció la vital importancia de los esfuerzos de paz de las Naciones Unidas, «expresión concreta de dos principios de la ley natural». Uno de ellos es el deber de hacer «todo lo razonablemente posible para evitar la guerra, debido a los males e injusticias que se derivan», y el reconocimiento de la «validez permanente de la ley moral durante los conflictos armados».

Una solución para el conflicto sirio

Después de esta declaración general, Mons. Mamberti centró su atención en Siria y recordó el llamado del Santo Padre Francisco a los dirigentes de los países miembros del G20, para que los líderes no permanezcan «indiferentes a la tragedia que ha vivido el pueblo sirio». El Pontífice también dirigió «un apremiante llamamiento para contribuir a encontrar formas de superar diversas oposiciones y abandonar toda vana búsqueda de una solución militar». Según recordó el Secretario, el Papa afirmó también el deber moral de las naciones de apoyar «cualquier iniciativa para promover la asistencia humanitaria a las personas que sufren a causa de los conflictos dentro y fuera del país».

Sobre el necesario compromiso en prevenir los estragos de la confrontación y la violación de los derechos humanos, el prelado reflexionó sobre el concepto de la «responsabilidad de proteger». Si bien esta convicción constituye «un paso importante en la comunidad internacional», Mons Mamberti lamentó que dicha responsabilidad «a veces se ha interpretado erróneamente como si consistiera en la justificación para el uso de las armas».

«En realidad quiere significar algo muy diferente», explicó el Arzobispo. «Es un espíritu de solidaridad profundo e imperativo, que invita a todos, empezando por los responsables de las naciones, a sentir como propias las crisis humanitarias graves sin importat donde ocurran, y a trabajar inmediatamente para poner en acción todos los medios disponibles – diplomáticos, económicos, de opinión pública, así como las medidas previstas por la Carta de las Naciones Unidas – en vista de una solución efectiva».

El Secretario para la Relación con los Estados motivó una vez más al trabajo en este sentido, destacando que el logro de la paz en Siria sería un precedente importante para el siglo XXI. También recordó la unidad espiritual demostrada en la jornada de oración y ayuno convocada por el Papa Francisco el día 07 de septiembre, como un movimiento sincero y espontáneo de ayuda a las víctimas del conflicto. Finalmente recordó el llamado general incluído en el Catecismo de la Iglesia Católica a «orar y actuar para que la Bondad Divina nos libere de la antigua servidumbre de la guerra» y recomendó el trabajo decidido de todas las naciones por el bien común y el desarrollo integral.

Con información de Misión Permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas y The Catholic Register.

 

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