viernes, 22 de noviembre de 2024
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Obispos canadienses afirman que ley que legalizaría la eutanasia en Quebec "no debe pasar"

Quebec (Jueves, 30-01-2014, Gaudium Press) Los Obispos de Quebec, Canadá, rechazaron el proyecto de ley 52 que se evalúa en la Asamblea Nacional por ser contrario al derecho a la vida. «La ley propuesta, de ser adoptada, legalizaría la eutanasia bajo el nombre de ayuda médica en la muerte», alertaron los prelados. Por este motivo, el proyecto de ley «no debe pasar».

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Mons. Christian Lépine, Arzobispo de Montreal, Canadá. Foto:  Denis-Carl Robidoux

«En Quebec, el acto de causar la muerte podría ser considerado una forma de «cuidado» que podría ser «administrado» a los enfermos terminales», denunciaron los Obispos en una declaración del pasado 23 de enero. En la comunicación rechazaron el uso del lenguaje empleado para introducir la práctica sin despertar conciencia. «Causar la muerte a una persona no es cuidar de ella», afirmaron los prelados. «Una inyección letal no es un tratamiento. La eutanasia no es una forma de cuidado».

Los Obispos también aclararon la doctrina moral de la Iglesia ante los casos de tratamientos desmedidos que se emplean para promover la eutanasia. «Nosotros ya tenemos el derecho a renunciar al sobretratamiento. Nosotros ya tenemos derecho a que nuestras vidas no sean artificialmente prolongadas mediante la conexión a todo tipo de equipos», explicó la Asamblea Plenaria de Obispos Católicos de Quebec. «Esto ya está dado: no necesitamos una nueva ley para garantizarlo».

«De lo que se trata la ley 52 es de permitir a los médicos causar la muerte directamente», declararon lo prelados. «Esto va en contra de los valores humanos más fundamentales y contradice el propósito de la medicina. Ocasionar la muerte a un paciente no es un acto médico».

El sentido cristiano del sufrimiento y la muerte

Por su parte el Arzobispo de Montreal, Mons. Christian Lépine, realizó una reflexión sobre el valor del sufrimiento humano, que se une al de Cristo en la Cruz. El prelado explicó que Jesús pudo haber evitado su muerte en la Cruz, pero esto hubiera sido una tragedia. Su sacrificio es «más importante que todas las palabras que había dicho, que todos los milagros que había hecho, porque Él se ha dado a sí mismo al final, porque nos ha amado al extremo del amor», explicó.

De igual manera que Cristo, los cristianos están llamado a asumir el seguimiento en la cruz, sin desesperar. «Especialmente desde que el Crucificado resucitó, demostrando que la muerte no es la última palabra de la vida, la muerte no es la última palabra del amor, abriendo el camino a una esperanza», comentó Mons. Lépine.

«Contemplen a Cristo crucificado», exhortó el Arzobispo, «no podemos tratar los asuntos de la vida y la muerte y las amenazas a la vida sin reconocer que lo necesitamos a Él y a su cruz». Las personas que cuidan a una persona moribunda no sólo le entregan algo, sino que también reciben de quien está falleciendo. Se cuida en el momento de la muerte a quien está vivo, apoyando su vida aunque ésta esté llegando a su final. En la eutanasia, por el contrario, «no se acompaña el proceso de vivir, sino estamos en el proceso de quitar lo viviente».

El prelado concluyó afirmando que así como Dios «da su vida por nosotros en Cristo», los cristianos deben dar la vida como don, mientras avanzamos hacia convertir nuestra muerte en una entrega a Dios.

Con información de The Catholic Register.

 

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