París (Sábado 01-02-2014, Gaudium Press) El Arzobispo de Lyon, Cardenal Philippe Barbarin, publicó una columna en el informativo La Croix donde explicó sus motivos para hacerse presente en las calles durante la p?oxima manifestación en favor de la familia en Francia, el domingo 02 de febrero. «Yo, Philippe, sacerdote, ¡no puedo pasar de largo!», afirmó el purpurado en su artículo, difundido en español por el informativo Religión en Libertad.
El Cardenal Philippe Barbarin, Arzobispo de Lyon, y el Obispo de Alcalá de Henares, Mons JUan Antonio Reig Pla, durante la reciente Marcha por la Vida en París. Foto: Religión en Libertad. |
El Card. Barbarin comentó sobre la división generada en la opinión pública francesa por las legislación que redefinió la familia para el estado. Aunque sectores afirman que hay división también entre los católicos, el Cardenal señaló que la oposición a la regulación ha sido fuente de unidad. En particular, señaló su admiración por las personas que con claridad han expuesto sus objeciones en favor de la familia y recordó la frase del Evangelio: «Que vuestro sí sea un sí; que vuestro no ¡sea no!».
Dar testimonio inspirado en la caridad
La discusión nacional sobre el tema de la familia y el matrimonio «ha permitido conocer y comprender de un modo como nunca había sido posible la situación de las personas», comentó el purpurado, quien manifestó que la voz de apoyo de muchos sectores – incluso los que según los estereotipos respaldarían la redefinición de la familia – le ha animado a manifestarse públicamente. «Para numerosos cristianos (la manifestación por la familia) ha sido ocasión de poner en marcha la última consigna de Jesús: ‘Seréis mis testigos'».
El Arzobispo agradeció el compromiso de quienes han tomado parte en la defensa de la familia y el matrimonio en Francia e hizo una orientación para no caer en dos tendencias que se desvían del testimonio evangélico. La primera de ellas es la de «los partidarios ‘de la línea dura’, capaces de organizar una manifestación llamada ‘día de la ira’, con ganas de pelear». La segunda tendencia desviada es la de «los derrotistas», quienes «consideran que la gran batalla del matrimonio ya se ha perdido, por lo que hay que pasar a otra cosa, como si la votación de la ley invalidara a partir de ahora todo debate».
«En mi opinión, son dos caminos ajenos a lo que nos indica el Evangelio», alertó el Cardenal Barbarin. «El Señor no nos obliga a presentar un resultado… No hemos sido enviados para vencer, sino para testimoniar». El purpurado recordó que «en el atardecer de nuestra vida no seremos juzgados según nuestras victorias, sino sobre el amor y un único y esencial criterio: el de nuestra actitud hacia los más pequeños».
Defender la familia es proteger a los niños
El Arzobispo exhortó a los creyentes a persistir en la defensa de la familia: «¿Tenemos que seguir rezando, hablando, actuando y yendo a manifestaciones? Sí, y en nombre mismo del Evangelio del juicio final que podríamos prolongar así: ‘Me privaron de uno de mis padres al nacer y ¡vosotros no dijisteis nada!'».
El Cardenal recordó que las consecuencias de las leyes que amenazan la familia natural van en detrimento de los derechos de los niños. Una de estas implicaciones es la de los llamados «vientres de alquiler» y los métodos artificiales de reproducción que podrían avanzar en la legislación francesa a través de enmiendas. Si esto sucediera, «por primera vez verá el día una generación de niños privados intencionadamente de uno de sus padres».
«En el fondo, estas medidas consagrarían el derecho del adulto sobre el derecho del niño, el derecho del más fuerte sobre el del más débil», denunció el Card. Barbarin. La protección de los derechos de los infantes ya estaba «terriblemente deteriorada por la ley del aborto, que se presenta como una ley de excepción para responder a situaciones de desamparo y que nosotros hemos visto cómo se ha desviado a gran velocidad desde hace unos decenios».
Finalmente, el purpurado hizo un llamado a no soportar de forma indiferente » la injusticia revestida con el uniforme de la ley». Si los ciudadanos de hoy permiten el decaimiento de la institución familiar, las generaciones posteriores pedirán cuentas por esa actitud. «Afortunadamente, una palabra atraviesa los siglos y las culturas: es la palabra de la conciencia, grabada en el corazón y en el espíritu de los hombres. La Palabra de Dios la ilumina y la recuerda», afirmó el Cardenal.
El Cardenal agradeció la constancia de los «veilleurs» (los que velan) en la defensa de la vida y la familia y reafirmó su motivo personal para salir a las calles de Lyon el 02 de febrero. «Por los niños sin nacimiento, sin padres, sin voz; por las personas sin edad, sin futuro; por los ‘sin’ documentos, sin país, sin domicilio fijo… y por todos los ‘sin’ que son nuestro prójimo de hoy, la parábola del Buen Samaritano me interpela: ‘yo, Philippe, sacerdote, ¡no puedo ‘pasar de largo’!”.
Con información de Religión en Libertad
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