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Los Ángeles: poderosos ejecutores de la palabra de Dios

Redacción (Martes, 22-07-2014, Gaudium Press) En el orden natural, los Ángeles son las criaturas más elevadas debido a la excelencia de su naturaleza. El Catecismo de la Iglesia Católica (n. 329) los define como «servidores y mensajeros de Dios […] y poderosos ejecutores de su palabra».

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Siendo puros espíritus, los Ángeles no tienen cuerpo, pero poseen inteligencia, voluntad y libre arbitrio. Su número es mucho mayor del que el de los seres materiales, conforme explica Santo Tomás de Aquino. [1]

Creados en el Cielo empíreo

«Al principio Dios creó el cielo y la tierra» (Gn 1,1). La palabra «cielo» no se refiere al firmamento visible, sino al empíreo, así llamado no por su ardor, sino por su esplendor. Los Ángeles fueron creados juntamente con el Cielo empíreo [2].

¿Qué es el Cielo empíreo?

Siguiendo la opinión del gran teólogo flamenco Cornélio a Lápide -el cual se basa en muchos santos y doctores en Teología-, Plinio Corrêa de Oliveira afirma que, más allá del Cielo de los Cielos, donde veremos a Dios cara a cara, hay un Cielo material, de magnificencia indecible, en el cual los cuerpos de los justos, después de la resurrección de los muertos, podrán disfrutar una eternidad feliz. [3]

Aunque seres espirituales, los Ángeles pueden tornarse visibles. He aquí algunos ejemplos:

– Tres Ángeles aparecieron a Abraham y le dijeron que Sara, su esposa, a pesar de anciana, tendría un hijo (Gn 18, 1-15);

– Un ángel animó a Josué a ser «fuerte y corajudo» para conducir al pueblo hebreo y conquistar la Tierra Prometida (Js 1, 1-9);

– Un espíritu celeste apareció a Gedeón, incentivándolo a luchar contra los madianitas, que esclavizaban al pueblo hebreo (Jz 6, 11-24).

Los únicos Ángeles cuyos nombres se conocen son: Miguel, Gabriel y Rafael.

Jerarquía de los Ángeles

Todos los Ángeles son desiguales entre sí. Cada uno constituye una especie, y fueron creados en una esplendorosa jerarquía, dispuesta en nueve coros: Serafines, Querubines, Tronos, Dominaciones, Virtudes, Potestades, Principados, Arcángeles y Ángeles.

Con base en Santo Tomás de Aquino [4], podemos así sintetizar las principales características de cada coro angélico:

– Los Serafines «tienen en sí mismos una luz inextinguible, con la cual iluminan perfectamente a los otros».

– Los Querubines «contemplan en el propio Dios la belleza de las cosas derivadas de Dios».

– Los Tronos tienen ese nombre por semejanza a los tronos materiales, existentes en la Tierra. Ellos «reciben a Dios en sí mismos y lo llevan de alguna forma a los órdenes inferiores».

– Las Dominaciones participan «del verdadero dominio que está en Dios».

– Las Virtudes se caracterizan por la fuerza, pues «el nombre virtud significa cierta fuerza viril e inquebrantable».

– Por las Potestades «son alejados los malos espíritus, así como los poderes terrestres alejan los malhechores».

– Los Principados «conducen a los otros con orden sagrada»; cuidan de los pueblos, o sea, tienen el gobierno de la Historia.

– Los Arcángeles «están al frente solamente de los Ángeles, pues anuncian cosas importantes».

– Los Ángeles «son aquellos que anuncian cosas menos importantes». El Creador los incumbió de ayudar a las personas a cumplir su vocación; son llamados Ángeles de la Guarda.

Una gran batalla en el Cielo

En su infinita sabiduría, el Altísimo quiso someter a los Ángeles a una prueba que, es más, hizo también con nuestros primeros padres.
Muchos teólogos afirman que Dios Padre reveló a los Ángeles que la Segunda Persona de la Santísima Trinidad se encarnaría, y todos ellos deberían adorar al Hombre-Dios. Y consecuentemente precisarían venerar a la Madre de Jesús, Virgen concebida sin pecado. Siendo Ella mera criatura humana, eso significaba para los Ángeles la necesidad de hacer un profundo acto de humildad, pues la naturaleza humana es muy inferior a la angélica.

Lucifer, que era el primer Ángel de la jerarquía celeste, se rebeló gritando «No serviré». En contraofensiva, San Miguel lanzón el grito de la fidelidad: «¿Quién como Dios?». Narra el Apocalipsis (12, 7-9) que hubo, entonces, en el Cielo una gran batalla.

Los ángeles rebeldes se tornaron demonios. Y Dios creó el Infierno donde fueron precipitados Lucifer, también llamado Satanás, y sus principales seguidores. Otros demonios vagan por la Tierra y los aires haciendo el mal; en el fin del mundo todos serán lanzados al Infierno.

Nuestro Señor se refirió a esa fragorosa derrota de Lucifer, cuando afirmó: «Vi a Satanás caer del cielo como un rayo» (Lc 10, 18).
La lucha de Lucifer y sus seguidores contra San Miguel y sus fieles servidores fue el origen de todas las otras que se trabaron, desde el inicio de la humanidad, entre buenos y malos; esas batallas solamente terminarán, en esta Tierra, en el fin del mundo.

Debemos tener mucha devoción a los Santos Ángeles, invocándolos siempre para que protejan a cada uno de nosotros, nuestras familias, nuestra Patria y, sobre todo, la Santa Iglesia.

Por Paulo Francisco Martos
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1) Suma Teológica I, q. 50, a.3.
2) Cf. Santo Tomás de Aquino. Suma Teológica I, q. 61, a. 4.
3) Cf. E seremos repletos de grandeza… Revista Dr. Plinio. São Paulo: Retornarei. Abril 2002, p.14 e 16.
4) Suma Teológica, I, q. 108, artigos 2 a 6.

 

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