Redacción (Martes, 16-12-2014, Gaudium Press) Los hay de multitud de formas, tamaños, colores y materiales, pero todos representan un momento muy especial: el acontecimiento de la Navidad. Con el paso de los siglos, desde que se realizó el primer pesebre, la tradición de construir Belenes se ha convertido en todo un arte, que no solo representa el nacimiento del Niño Jesús, sino que evoca el gran misterio de la salvación.
La tradición de construir Belenes se ha convertido en todo un arte, que no solo representa el nacimiento del Niño Jesús, sino que evoca el gran misterio de la salvación / Foto: Gaudium Press. |
El primer pesebre de la historia es atribuido a San Francisco de Asís. Cuenta una tradición que en al año 1223, cuando la ciudad de Greccio, en el centro-sur de Italia estaba cubierta de nieve y se anunciaba la celebración de la Navidad, los campesinos del lugar se reunieron alrededor del Francisco quien intentaba explicarles el misterio del nacimiento del Niño Dios. Pese a que escuchaban con respeto no lograban comprender lo que el santo les decía. Así que decidió componer la escena colocando en el centro una cuna hecha con paja, al fondo dos animales, y con gran devoción toma la imagen de Jesús niño en sus brazos para ponerlo luego en la cuna. Dice una leyenda que ante los ojos maravillados de los campesinos del lugar la imagen del Divino Infante toma vida y sonríe a San Francisco, quien lo abraza tiernamente mientras todos se ponen de rodillas en adoración al Hijo de Dios, quien en ese instante sonríe de nuevo y bendice a todos.
Tras el hecho prodigioso, como dicen las narraciones, sólo quedó la imagen inmóvil de pequeño Jesús, pero en el corazón de todos los lugareños permaneció grabada la imagen de niño que sonríe y bendice. Desde entonces esta preciosa escena se reproduce con la esperanza que la tierna imagen del Niño Jesús cobre vida; un hecho que no se da de manera visible a través de las figuras del Belén, pero sí en el corazón de quienes humildemente aceptan la sonrisa y bendición del Hijo de Dios.
Ya en el siglo XIV la tradición de montar un Belén se consolida en toda Italia, pasando luego a Europa, especialmente en España, donde el rey Carlos VII de Nápoles promueve la difusión de los nacimientos en la aristocracia española. De ahí la elaboración de los belenes se hace popular en América.
Hoy la variedad de reproducciones del nacimiento de Jesús es innumerable, siendo también variable el arte a través del cual está representado / Foto: Gaudium Press. |
Actualmente, y como fue definido en el Segundo Congreso Belenista Internacional -que se celebró en Roma en el año 1955-, el pesebre se entiende como aquella representación plástica del nacimiento de Jesús mediante la disposición de un paisaje de manera panorámica en el que se sitúan figuras móviles que recuerdan a Jesús, María y José. Ellos están acompañados por la mula y el buey -como describen los Evangelios Apócrifos-, también se incluyen ángeles, pastores, la estrella de Belén y los tres Reyes Magos.
Hoy la variedad de reproducciones del nacimiento de Jesús es innumerable, siendo también variable el arte a través del cual está representado. Por lo que los expertos en belenismo los han clasificado de acuerdo a sus características. De esta manera, se puede decir que hay pesebres panorámicos -la mayoría que se elaboran en los hogares-, que se construyen con un telón liso de fondo y se sitúan más bajo que el punto de vista del espectador, dando la sensación de estar observando un paisaje; y cerrados, que son aquellos que se arman en el interior de una estructura.
De acuerdo a su elaboración, los nacimientos pueden ser artísticos o populares, y según al estilo de las figuras utilizadas y la manera en que se reproduce el paisaje, se clasifican como locales, modernos o bíblicos. También hay pesebres vivientes, cuando se escenifica de manera teatral el Belén, o animados, en los que se utilizan dispositivos mecánicos para dar vida a las figuras que interactúan en un pesebre.
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