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San Pío de Pietrelcina y el Ángel de la Guarda

Redacción (Miércoles, 07-10-2015, Gaudium Press) No nos faltan explicitaciones profundas, objetivas y claras dadas por la Santa Iglesia sobre los Ángeles de la Guarda y cuánto debemos a ellos recurrir. Definiciones teológicas, enseñanzas de los Padres y doctores de la Iglesia, como Santo Tomás de Aquino, sobre estos nuestros guardianes, constituyen un tesoro magnífico de la Doctrina Católica.

1.jpgTal es la importancia de los ángeles custodios que en 1608 el Papa Pablo V instituyó la fiesta de los Santos Ángeles de la Guarda, con vistas especialmente a estimular la devoción de los miembros de la Iglesia a ellos. A partir de 1670, el Papa Clemente X fijó la fiesta obligatoria el día 2 de octubre.

Entretanto, estos tan excelentes amigos nos son, a veces, olvidados. ¡Cómo nuestra existencia sería mejor, repleta de paz y ánimo para enfrentar las dificultades inherentes al ser humano concebido en el pecado original, si con nuestro ángel de la guarda tuviésemos mayor familiaridad y a él recurriésemos!

Ahora, justamente los santos bien comprendieron el papel de estos puros espíritus, creados por Dios para protegernos. Conforme comenta Mons. João Clá Dias, comprendieron esta realidad de que «las criaturas están siempre conjugadas unas con las otras». ¹ Y argumenta: «Ahora, no era posible que fuese creado el mundo angélico enteramente separado del mundo humano. Tanto más que cada niño, al nacer, recibe un Ángel de la Guarda».²

San Pío de Pietrelcina

Entre estos Santos, uno especialmente vivió esta realidad más elevada y fue agraciado con una convivencia muy familiar con su ángel de la guarda: San Pío de Pietrelcina.

Numerosos son los hechos de una convivencia frecuente con el Ángel de la Guarda relatados en la vida de San Pío – favorecido, además, de muchos dones místicos, entre los cuales, el de tener las llagas de la crucifixión de Nuestro Señor Jesucristo.

Es uno de ellos el siguiente: «Un señor, de nombre Franco Rissone, sabiendo del constante empeño de San Pío para que hubiese mayor devoción a los Celestes Custodios, todas las noches, del hotel donde estaba hospedado, enviara su Ángel de la Guarda al Padre Pío para que le transmitiese los mensajes deseados. Franco dudaba que el santo oyese sus recados.

Cierto día, al confesarse con San Pío, preguntó: ‘¿Vuestro Reverendísimo oye realmente lo que le mando decir por el Ángel de la Guarda?’ A lo que el religioso respondió: ‘¿Pero entonces juzgas que estoy sordo?’. […]

«Todavía más elocuente es el hecho ocurrido con otra señora, llamada Banetti, campesina que residía a algunos kilómetros de la ciudad de Turín, en Italia. El día 20 de septiembre, fecha en que se conmemoraba la recepción de los estigmas del Padre Pío, era costumbre que las personas más devotadas al santo confesor le enviasen cartas de las más variadas partes de Italia y hasta de otros países.»

«La señora Banetti no encontró quien fuese a la ciudad para poner su carta en el correo. Se encontraba afligida por no poder enviar sus saludos a San Pío. Se acordó, entretanto, de la recomendación que le hiciera el santo, en la última vez en que con él estuviera: ‘Cuando sea preciso, manda tu Ángel de la Guarda a hablar conmigo». En el mismo instante dirigió una oración a su Celeste Guardador: ‘Oh mi buen Ángel, llevad vos mismo mis saludos al Padre, pues no tengo otra forma de mandarlos’.»

«Pocos días después, la señora Banetti recibe una carta venida de San Giovanni Rotondo, lugar donde vivía San Pío, enviada por la señora Rosine Placentino, con las siguientes palabras: ‘El Padre me pide que le agradezca en su nombre los votos espirituales que le enviaste’.» ³

Este relacionamiento tan próximo que vemos entre San Pío y su Ángel de la Guarda es propio a estimularnos a tener una convivencia continua y creciente, cada cual, con su ángel protector. Es para esta convivencia, es más, que rezamos la tan conocida oración:

«Ángel de la Guarda, mi dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día, hasta que me pongas en paz y alegría, con todos los santos Jesús, José, y María».

Por Adilson Costa da Costa

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¹ Mons João Scognamiglio Clá Dias. Homilia. São Paulo, 29 set. 2009. (Arquivo ITTA-IFTA). In Pe. Pedro Rafael Morazzani Arráiz (Org.).A criação e os Anjos. São Paulo: Instituto Lumen Sapientiae, 2015, p. 110.
² Mons. João Sconamiglio Clá Dias. Idem, p. 110.
³ Pe. Pedro Rafael Morazzani Arráiz (Org.). A criação e os Anjos. São Paulo: Instituto Lumen Sapientiae, 2015, p. 139.

 

 

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