viernes, 29 de marzo de 2024
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El Papa celebró misa en la Universidad de Nairobi con un millón de personas

Nairobi (Jueves, 26-11-2015, Gaudium Press) En la Universidad de Nairobi, lugar donde San Juan Pablo II celebró la eucaristía en sus tres viajes al África (1980, 1985 y 1995), el Papa Francisco presidió la misa a la que asistieron alrededor de un millón de personas.

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El Pontífice habló de la promesa contenida en las lecturas del día: «El Señor nos dice que hará brotar agua en el desierto, en una tierra sedienta; hará que los hijos de su pueblo prosperen como la hierba y los sauces frondosos. Sabemos que esta profecía se cumplió con la efusión del Espíritu Santo en Pentecostés -ha dicho-. Pero también la vemos cumplirse dondequiera que el Evangelio es predicado y nuevos pueblos se convierten en miembros de la familia de Dios, la Iglesia. Hoy nos regocijamos porque se ha cumplido en esta tierra. Gracias a la predicación del Evangelio, todos nosotros formamos parte de la gran familia cristiana».

El Papa habló de la familia en Kenia: «La sociedad keniata -ha continuado- ha sido abundantemente bendecida con una sólida vida familiar, con un profundo respeto por la sabiduría de los ancianos y con un gran amor por los niños. La salud de cualquier sociedad depende siempre de la salud de sus familias. Por su bien, y por el bien de la sociedad, nuestra fe en la Palabra de Dios nos llama a sostener a las familias en su misión en la sociedad, a recibir a los niños como una bendición para nuestro mundo, y a defender la dignidad de cada hombre y mujer, porque todos somos hermanos y hermanas en la única familia humana».

El Papa Francisco invitó, en la «obediencia a la Palabra de Dios», a oponerse a las «prácticas que fomentan la arrogancia de los hombres, que hieren o degradan a las mujeres, no cuidan a los ancianos, y ponen en peligro la vida de los inocentes aún no nacidos. Estamos llamados a respetarnos y apoyarnos mutuamente, y a estar cerca de todos los que pasan necesidad».

Para los jóvenes también tuvo una palabra de ánimo y de desafío: «Los grandes valores de la tradición africana, la sabiduría y la verdad de la Palabra de Dios, y el generoso idealismo de su juventud, los guíen en su esfuerzo por construir una sociedad que sea cada vez más justa, inclusiva y respetuosa de la dignidad humana. Preocúpense -les ha pedido- de las necesidades de los pobres, rechacen todo prejuicio y discriminación, porque, lo sabemos, todas estas cosas no son de Dios».

Igualmente recordó que Jesús quiere «que todos nosotros construyamos nuestra vida sobre el cimiento firme de su palabra…. Este es el encargo que el Señor nos da a cada uno de nosotros. Nos pide que seamos discípulos misioneros, hombres y mujeres que irradien la verdad, la belleza y el poder del Evangelio, que transforma la vida. Hombres y mujeres que sean canales de la gracia de Dios, que permitan que la misericordia, la bondad y la verdad divinas sean los elementos para construir una casa sólida. Una casa que sea hogar, en la que los hermanos y hermanas puedan, por fin, vivir en armonía y respeto mutuo, en obediencia a la voluntad del verdadero Dios, que nos ha mostrado en Jesús el camino hacia la libertad y la paz que todo corazón ansía».

Al finalizar se ha despedido de los presentes pidiéndoles que »estén firmes en la fe. No tengan miedo». »Porque ustedes pertenecen al Señor».

Con informción de Radio Vaticano

 

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