martes, 24 de diciembre de 2024
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La misteriosa llaga del Padre Pío, conocida después de su muerte y místicamente

Pietrelcina (Martes, 13-06-2016, Gaudium Press) Es sabido por muchos que San Pío de Pietrelcina, gozaba, entre numerosísimos dones, de las llagas de la Pasión del Señor, que como ocurría con la enorme mayoría de los estigmatizados, también le causaban profundos dolores. Entretanto los estigmas de la Pasión de Cristo varían ampliamente de estigmatizado a estigmatizado.

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Es el fraile Modestino de Pietrelcina, hijo espiritual y confidente el P. Pío, quien trajo a la luz un nuevo dolor, una nueva y luminosa llaga del santo.

Un día el Padre Pío dijo a Fray Modestino que «uno de los grandes dolores que sentía era cuando tenía cambiarse la camiseta», la prenda de lana que estaba en directo contacto con su torso. Fray Modestino no comprendió que significaba verdaderamente la frase, y creyó que se refería al dolor que podría producir el contacto con la llaga del costado, que reproducía la llaga del costado de Cristo.

Entretanto, el 4 de febrero de 1971, poco más de dos años después de la muerte del P. Pío, el superior de Fray Modestino le encargó que recogiera todo lo que había pertenecido a Padre Pío y lo sellara en bolsitas. Fue ahí que se dio cuenta de que en la camiseta había una gran mancha a la altura del hombro derecho, cerca de la clavícula. La mancha tenía un diámetro de unos diez centímetros (más o menos el que se nota en la Sábana Santa). Al quitarse la camiseta, el dolor debía ser tremendo si la llaga estaba en carne viva.

«Informé en seguida de este descubrimiento al padre superior – recuerda fray Modestino – quien me dijo que escribiera un breve informe. También el padre Pellegrino Funicelli, que durante años había asistido al Padre Pío, me confió que, al ayudar muchas veces al Padre a cambiarse la camiseta de lana que llevaba, notaba siempre, en unas veces en el hombro derecho y otras en el izquierdo, una equimosis circular».

El Padre Pío también le contó a Juan Pablo II

En el libro «L’autobiografia segreta» -de Francesco Castelli, historiador, postulador de la causa de beatificación de Karol Wojtyla y profesor de Historia de la Iglesia moderna y contemporánea en el ISSR «R. Guardini» de Taranto- se cuenta que el cardenal Andrzej Maria Deskur, en una entrevista, se refirió a un encuentro en San Giovanni Rotondo, en abril de 1948, entre el entonces sacerdote Karol Wojtyla y el fraile estigmatizado. Fue entonces cuando el fraile le comunicó la existencia de la «llaga más dolorosa».

Una noche, un dolor agudo despertó a Fray Modestino

Pero Fray Modestino quería una confirmación, de aquel que estando ya en la gloria había sido tan cercano a él en el tiempo. «Una noche, antes de dormir, le hice una petición en la oración: ‘Querido Padre, si realmente tenías esa llaga, dame una señal’. Me dormí. Pero, exactamente a la una y cinco minutos de esa noche, mientras dormía tranquilamente, un dolor agudo y repentino en el hombro me hizo despertar. Era como si alguien, con un cuchillo, me hubiera descarnado el hueso de la clavícula. Si ese dolor hubiese durado unos minutos más, creo que habría muerto. Al mismo tiempo, oí una voz que me decía: ‘¡Así he sufrido yo!’. Un intenso perfume me envolvió y llenó toda mi celda. Sentí el corazón desbordante de amor a Dios. Sentí una extraña sensación: ser privado de ese sufrimiento insoportable me era aún más penoso. El cuerpo quería rechazarla pero el alma, inexplicablemente, la deseaba. Era dolorosísima y dulce a la vez. ¡Por fin lo había comprendido!».

Con información de ReligioenLibertad

 

 

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