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“No dejen a las ballenas matar a nuestros jóvenes”, alerta obispo de Puerto Alegre, Brasil

Puerto Alegre – Río Grande del Sur (Jueves, 27-04-2017, Gaudium Press) En los últimos días, una expresión ha llamado la atención de millares de personas en le mundo entero, sobre todo, las familias: la ballena azul. El juego que consiste en una serie de 50 desafíos pasados por medio de grupos cerrados en redes sociales, desde lastimar el propio cuerpo diseñando una ballena hasta asistir películas de terror de madrugada, tiene como su última etapa el suicidio.

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De acuerdo con el obispo auxiliar de Puerto Alegre, Mons. Leomar Antônio Brustolin, el juego lanza un desafío «para familias, iglesias y sociedad». «No dejen a las ballenas robar nuestros jóvenes», dice el prelado.

En su más reciente artículo titulado «No dejen a las ballenas matar a nuestros jóvenes», publicado en el site de la Arquidiócesis, Mons. Leomar aborda el juego como peligroso para la juventud que está desamparada de apoyo familiar y espiritual.

Para el obispo auxiliar de Puerto Alegre, «no basta escandalizarse con el terrible juego mortal ballena azul. Es preciso evaluar el tipo de vida que estamos llevando y obligando a las futuras generaciones a vivir».

«Se vive en un tiempo de fuerte acento individualista, cuando las sociedades regidas por una lógica narcisista multiplican las iniciativas autodestructivas. Delante de la crisis de afecto, de la banalización del otro y del relativismo que colapsa valores comunes, el suicidio es hoy la expresión de una crisis de des -personificación», advierte.

Todavía según Mons. Brustolin, «muchos sujetos altamente conectados están perdidos en el torbellino de informaciones, víctimas de la sobredosis de opciones para alcanzar la felicidad». Con todo, recordó que esta es «una felicidad momentánea, hedonista y eminentemente individual».

«La persona acaba moviéndose en un horizonte sin meta, fluctuando en una atmósfera de varias opciones de sentido, de comportamientos, de ética. Los condicionamientos de una sociedad deshumanizada impiden que el individuo se realice».

En medio a este contexto, prosiguió Mons. Leomar, «sin perspectiva de futuro y olvidando el pasado, mucho se está insistiendo en vivir solamente el presente».

El prelado resaltó también que «el suicidio, como en el juego de la ballena azul puede ocurrir hasta incluso sin deseo de morir, como un acto de violencia no planeado», pues «lo que importa es hacer la experiencia, tener la sensación, sentir la emoción del momento».

Al depararnos con esta realidad actual en la cual observamos los casos de jóvenes entretenidos con este juego suicida, el religioso recuerda que «la estructura, el ambiente y la educación familiar son fundamentales para desarrollar niveles de felicidad que disminuyan el instinto autodestructivo».

«Aquí entran la ética y el cuidado para pensar preventivamente, actuando en el sistema educativo, reconstruyendo sentidos, rescatando valores, autorizando la expresión de sentimientos y pensamientos, fortaleciendo los vínculos y la espiritualidad», señala.

Entonces, concluye Mons. Leomar, «es preciso cuidar y liberarse del mito actual de la sociedad de consumo y del bienestar de que solo vale la pena vivir si hay placer. Saber lidiar con las pérdidas, los límites y las frustraciones pueden mostrar lo que realmente tiene valor en la vida; de forma extremamente eficaz, ayuda a discernir lo que es secundario y lo que es esencial».

«La alerta del desafío de la ballena azul es para todos, apunta para la necesidad de una nueva mirada sobre la vida, conectado, pero no alienado; informado, pero no desafectado; libre, pero no narcisista», completa. (LMI)

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