viernes, 26 de abril de 2024
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La oración es la respiración del alma y oasis de paz en nuestra vida, afirma el Papa en la audiencia general

Ciudad del Vaticano (Miércoles, 13-06-2012, Gaudium Press) «La contemplación de Cristo en nuestra vida no nos aleja de la realidad, sino nos vuelve todavía más partícipes de los casos humanos, porque el Señor, nos atrae a sí en la oración, nos permite estar presentes y próximos a todos los hermanos en su amor», observó hoy de mañana el Santo Padre en el ciclo sobre la oración en las Epístolas de San Pablo. En la catequesis dirigida en la Sala Pablo VI en presencia de 8 mil personas, habló del capítulo 12 de la Segunda Epístola a los Corintios, para reflexionar sobre la importancia de la relación profunda de confianza con Dios.

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Oración y Sacramentos: el Papa insiste en la vida de piedad para vencer nuestra debilidad

«El encuentro cotidiano con el Señor y la frecuencia en los Sacramentos – observó el Papa al inicio – permiten abrir nuestra mente y nuestro corazón para su presencia, para sus palabras, para su acción». Es la voluntad de Dios que «nos atrae para sí, nos hace subir al monte de la santidad, porque estamos cada vez más cerca de Él, ofreciéndonos durante el camino luz y consolaciones».

Sobre aquella relación cerca de Dios, el Papa remitió al testimonio de San Pablo, que explica la legitimidad de su apostolado con una intensa relación con Dios, en vez de dar estadísticas. Con esta actitud, observa el Papa, él nos enseña que ser realmente apóstol del Evangelio significa alabar la potencia de Dios en nosotros, resaltando nuestras debilidades. «Su comportamiento hace comprender que toda dificultad en la sucesión de acontecimientos de Cristo en el testimonio de su Evangelio puede ser superado abriéndose con confianza para la acción del Señor».

Oración: oasis de paz del que extraemos el alimento de la vida espiritual

En la catequesis del día el Santo Padre profundizó también el significado y la definición de la oración. «Ella no es solamente la respiración del alma», sino «también oasis de paz en el cual podemos extraer el agua que alimenta nuestra vida espiritual y transforma nuestra existencia». En seguida Benedicto XVI recordó los elementos importantes de la oración: «la constancia» y «la fidelidad de la relación con Dios» que es fundamental, «principalmente en las situaciones de aridez, de dificultad, de sufrimiento, de aparente ausencia de Dios». El Santo Padre en aquel contexto afirmó que «solamente la fe, el confiar en la acción de Dios es la garantía de no trabajar en vano».

San Pablo con el uso de la palabra griega «episkenoo», que «podríamos transformar en ‘colocar la propia tienda’ «, observó el Papa, quiere recordarnos que «el Señor continúa colocando su tienda en nosotros, en medio de nosotros». Benedicto XVI observó también que la contemplación del Señor «es al mismo tiempo, fascinante y tremenda». La fascinación llega de la experiencia de ser atraídos hacia lo alto por su belleza y amor. Por otro lado es tremendo «porque muestra nuestra debilidad humana, nuestra inadecuación, la fatiga de vencer al Maligno que se instala en nuestra vida, aquella espina clavada en nuestra carne».

El Papa resaltó también la importancia de entregarse a la fuerza de Dios para mantenernos en nuestros compromisos. Porque «en un mundo en el cual corremos el riesgo de confiar solamente en la eficiencia y la potencia de los medios humanos, en este mundo somos llamados a redescubrir y testimoniar la potencia de la oración, con la cual crecemos todos los días en conformar nuestra vida a aquella de Cristo», observó.

Al final de la audiencia general, en los saludos dirigidos en varias lenguas, el Santo Padre invitó a los peregrinos de lengua española a «dedicar más tiempo a la oración, para que nuestra vida sea transformada y animada por la fuerza concreta del amor de Dios, y así afrontar cada adversidad, convencidos de que todo lo podemos en Aquél que nos conforta». A los peregrinos de lengua portuguesa el Papa invitó a dedicar la propia vida «al reino de Dios, que crece en la tierra con vuestro servicio a favor de los más desfavorecidos. ¡El Señor os confirme en el bien, con su gracia!»

 

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