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Católico que no reza por sus gobernantes no es un buen cristiano, dijo el Papa

Ciudad del Vaticano (Martes, 17-09-2013, Gaudium Press) La humildad y el amor son trazos característicos e indispensables para los que gobiernan. Por otro lado, los gobernados, particularmente los católicos, no pueden ignorar la política. Estas fueron las dos problemáticas abordadas por el Papa Francisco en la homilía de la Misa que presidió en la mañana de ayer, en la capilla de la Casa Santa Marta, en el Vaticano, cuando el Papa también invitó a los fieles a rezar por las autoridades de Estado.

El Evangelio de Centurión (Lucas 7,1-10) que pide con humildad y confianza la cura de su servidor y la Epístola de San Pablo a Timoteo (primera Carta de San Pablo a Timoteo 2,1-8) en la cual él invita a rezar por los dirigentes, fueron las fuentes de inspiración para el Papa Francisco: «reflexionar sobre el servicio de la autoridad».

Para el Santo Padre, los que gobiernan «deben amar a su pueblo» porque «un dirigente que no ama, no puede gobernar: en la peor de las hipótesis él puede reglamentar, traer un poco de orden, pero no puede gobernar.

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El Papa, entonces, recuerda a David «que amaba a su pueblo», de modo que, después de su pecado, él pide al Señor, para no castigar a las personas, ser castigado. Y así están juntas las «dos cualidades de un líder»: el amor por su pueblo y la humildad.

«¡No se puede gobernar sin amor al pueblo y sin humildad! Y todo hombre y mujer que asume un cargo de gobierno, debe hacer dos preguntas: ‘¿Yo amo a mi pueblo para servirlo mejor? ¿Soy humilde y doy oídos a todos, escucho varias opiniones para escoger el mejor camino?’. Si estas preguntas no son formuladas, no será un buen gobierno. El gobernante hombre o mujer que ama a su pueblo es una persona humilde, afirmó el Papa Francisco.

El Papa recordando a San Pablo exhorta a todos los gobernados a rezar por todos aquellos que están en el poder. Los ciudadanos, dijo el Papa, no pueden desinteresarse de la política:

Ninguno de nosotros puede decir «no tengo nada que ver con eso, ellos gobiernan…» Al revés, yo soy responsable por su gobierno y debo dar lo mejor de mí para que ellos gobiernen bien y participar de la política dentro de mis posibilidades. La política -afirma la Doctrina Social de la Iglesia- es una de las formas más altas de caridad, porque sirve al bien común. Yo no puedo lavar mis manos. ¡Todos debemos ofrecer algo!
Según el Papa Francisco, un buen católico se empeña en la política ofreciendo lo mejor de sí, para que el gobernante pueda gobernar. Pero, pregunta el Papa, ¿cuál es la mejor cosa que podemos ofrecer a los gobernantes? Y él mismo responde: ¡La oración!

Es aquello que Pablo dice: «Oremos por todos los hombres, por el rey y por todos los que están en el poder». «Pero, Padre, aquella es una mala persona, tiene que ir al infierno …». ¡Reza por él, por ella, para que pueda gobernar bien, para que ame a su pueblo, para que sirva a la población, para que sea humilde!»

¡Un cristiano que no reza por sus gobernantes, dijo todavía Francisco, no es un buen cristiano! Si una persona es mala, «¡rece para que se convierta!».

 

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