viernes, 29 de marzo de 2024
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Arzobispo de Santiago llama a construir una "cultura del encuentro" durante Te Deum de Fiestas Patrias en Chile

Santiago (Lunes, 23-09-2013, Gaudium Press) «Una significativa Asamblea se congrega en esta Iglesia Catedral de Santiago, para conmemorar el Día de la Patria, con la mirada puesta en el futuro, como se hizo el día de la Independencia Nacional cuyo nuevo aniversario celebramos», fueron las palabras iniciales con que monseñor Ricardo Ezzati, Arzobispo de Santiago de Chile, dio comienzo a la lectura de su tradicional mensaje en el Te Deum de Fiestas Patrias el pasado 18 de septiembre.

En su mensaje titulado «El Bien Común de Chile, fuente de Justicia y Esperanza», el prelado llamó a las máximas autoridades del Estado chileno a recuperar las confianzas, a trabajar encarecidamente por el bien de todos, corrigiendo aquellas estructuras que generan injusticias, y enfrentar con responsabilidad la actual crisis cultural y espiritual por la que atraviesa el país.

Desde los pilares morales, construir el bien común

El prelado citó párrafos del mensaje del Papa Emérito Benedicto XVI al inaugurar la Conferencia Episcopal de Aparecida, en el que se aborda la necesidad de buscar solución a los diversos problemas sociales de nuestros pueblos, y cuya relevancia adquiere un especial carácter en un contexto marcado por las próximas elecciones presidenciales y una ciudadanía cada vez más empoderada y exigente.

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A la der. Mons. Ezzati, junto al presidente chileno

Monseñor Ezzati recordó a los asistentes que «el Bien Común que debe prevalecer por sobre los bienes particulares, si es tal, ya lo decía el Papa Benedicto, tiene que ir unido a los pilares que dan sustento a de toda convivencia: la verdad, la justicia, la libertad, la fraternidad, la solidaridad».

«Y también requiere de virtudes más subjetivas, como son la empatía, el empeño por conocer y apreciar a los demás, el deseo de `salvar la proposición del prójimo´. De lo contrario, los mismos pilares objetivos del Bien Común se debilitan y deterioran con la reiteración de las sospechas, las descalificaciones o el ninguneo -como se dice comúnmente en Chile-. Y basta un solo guijarro para que se venga abajo lo que con enorme esfuerzo se ha logrado levantar», agregó.

«Sin confianza no hay comunidad»

Rememorando la invitación hecha en el Te Deum del año pasado a recuperar la confianza, como un valor social que permite el crecimiento personal, familiar y del país completo, el pastor exhortó a los presentes a comprometerse en la construcción de una cultura del encuentro. «Hay que enriquecer el cultivo de la confianza con la `cultura del encuentro´, que implica la actitud más activa de hacerme cargo del otro, de comprometerme con su cuidado, con su crecimiento, con su libertad, porque en la diversidad que Dios nos ha regalado está también nuestra riqueza», dijo.

De esta forma -continuó el prelado- «no se trata sólo de `tolerar´ al que es distinto – actitud minimalista – sino de `celebrar´ con magnanimidad nuestras diferencias, expresándolas con libertad, con cuidado y con respeto, para acrecentar la riqueza de nuestras ideas y valores».

«Chile, una mesa para todos»

Continuando con su mensaje, monseñor Ricardo Ezzati afirmó que «enfrentamos una crisis cultural y espiritual de hondas dimensiones, atizada por un individualismo de personas y de grupos, que no nos puede dejar indiferentes a la hora de asumir un futuro donde todos tengan el lugar que les corresponde. Es lo que hace un tiempo dijimos con el lema: `Chile, una mesa para todos´».

Frente a este gran desafío, las instituciones democráticas no son las únicas que juegan un rol fundamental, sino que la religión también tiene mucho que decir. «Es imposible imaginar un futuro para la sociedad sin una incisiva contribución de energías morales en una democracia que se quede encerrada en la pura lógica o en el mero equilibrio de la representación de los intereses establecidos», enfatizó.

La mirada del Evangelio

Casi al finalizar su intervención, monseñor Ezzati indicó que la Iglesia y el Evangelio, particularmente en las Bienaventuranzas, nos recuerdan una y otra vez que el hombre no ha venido para ser servido, sino para servir.

«Cuando se da espacio real a la fraternidad y se cree en ella, podemos enfrentarnos con la verdad, expresada con respeto, con amor, con franqueza y con afecto, y con un diálogo incansable manteniendo abiertas las puertas al reencuentro y a la convivencia en paz», afirmó Mons. Ezzati.

Al término de su alocución, el Arzobispo de Santiago, invitó a los asistentes a soñar un país justo, fraterno y solidario: «Soñemos en un país en que redescubramos la gratuidad en nuestras relaciones personales e institucionales; soñemos con un país en que las personas estén exactamente en el centro de nuestra preocupación y de nuestro quehacer; soñemos en reconocernos como hermanos, como hermanas, más fraternos (…) soñemos en que el mayor interés no lo tenga el dinero sino el crecimiento de las personas y la felicidad de sus familias; soñemos con que Chile sea, en verdad, una mesa para todos».

 

 

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