viernes, 19 de abril de 2024
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Con una procesión con sus reliquias, católicos en Wroclaw, Polonia, confiaron la protección de la ciudad a sus Santos Patronos

Wroclaw (Lunes, 23-09-2013, Gaudium Press) Por decimocuarta oportunidad, los católicos de Wroclaw, Polonia, llevaron el pasado 22 de septiembre las reliquias de San Estanislao y Santa Dorotea por las calles de la ciudad, agradeciendo un año más de protección de la vida y bienes de todos sus habitantes. Para los devotos, la intercesión de estos Santos otorga protección frente a todo género de desastres, lo cual fue evidenciado en 1997 cuando la Catedral fue preservada de una inundación.

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Las reliquias de San Estanislao y Santa Dorotea recorrieron las calles de Wroclaw. Foto: Wroclaw se Niedzielny.

Por este motivo, y para extender la protección de los Santos sobre el resto de la ciudad, se dispuso que las reliquias recorrieran las calles. Según el Padre Adam Drwiega, Párroco de la Catedral, ningún desastre ha afectado la ciudad desde que se realiza esta manifestación pública de fe.

La procesión es un símbolo de la vida cristiana

La jornada de oración comenzó con una solemne Eucaristía, tras la cual los representantes de diversas parroquias de Wroclaw llevaron las reliquias sobre sus hombros por las calles. Para animarlos en su camino, el Arzobispo de Wroclaw, Mons. Andrew Siemieniewski, recordó en su homilía el extenso caminar de Jesucristo durante su anuncio del Reino de Dios. «En primer lugar, vemos que Jesús iba por los caminos, recorre los pueblos y aldeas» en busca «de quienes se habían descarriado» relató el prelado, quien afirmó que su ejemplo hace «más fácil entender lo que quiere decir que la Iglesia es el Pueblo de Dios en camino».

El Arzobispo también aseguró que la veneración de las reliquias crea unidad en la Iglesia no sólo en el espacio, sino en el tiempo. «Estamos en la misma Iglesia en la que estaban los apóstoles, los santos, los mártires»,comentó. Además, la procesión recuerda que la fe debe llenar los espacios en todos los aspectos de la vida. La procesión, al pasar por las calles, en medio del comercio y los lugares de trabajo, «es toda la vida, ordinaria, cotidiana; y la Iglesia en medio de la vida cotidiana nos lleva a Dios».

Mons. Siemieniewski exhortó a los fieles a no reservar la fe sólo a los domingos como si al terminar la Eucaristía se regresara a «la vida normal». Al contrario, la vida debe encaminarse hacia Dios, de la forma como la procesión se dirige hacia el templo. «Nuestro deambular no es paseo», afirmó el Arzobispo. «La procesión nos recuerda que la vida humana tiene un propósito: somos un pueblo peregrino que finalmente se dirige a la salvación eterna».

Con información de KAI

 

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