jueves, 28 de marzo de 2024
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El Evangelio es el antídoto contra el "espíritu de desesperación" que se extiende en la sociedad, dijo el Papa en Corea

Daejeon (Viernes, 15-08-2014, Gaudium Press) En la solemnidad de la Asunción de la Virgen el Papa Francisco rindió sentido homenaje a María Santísima, junto a 50.000 personas que lo acompañaban en el estadio olímpico de Daejeon, Corea, en la Eucaristía.

«En unión con toda la Iglesia celebramos la Asunción de Nuestra Señora en cuerpo y alma a la gloria del cielo. La Asunción de María nos muestra nuestro destino como hijos adoptivos de Dios y miembros del Cuerpo de Cristo. Como María, nuestra Madre, estamos llamados a participar plenamente en la victoria del Señor sobre el pecado y sobre la muerte y a reinar con Él en su Reino eterno. Ésta es nuestra vocación», inició el Papa en su homilía.

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Foto: Rome Reports

Tras comentar las lecturas del día, que aluden a la fiesta de la Asunción, el Papa Francisco pidió a la Reina de Corea que «nos ayude a ser fieles a la libertad real que hemos recibido el día de nuestro bautismo, que guíe nuestros esfuerzos para transformar el mundo según el plan de Dios, y que haga que la Iglesia de este país sea más plenamente levadura de su Reino en medio de la sociedad coreana. Que los cristianos de esta nación sean una fuerza generosa de renovación espiritual en todos los ámbitos de la sociedad. Que combatan la fascinación de un materialismo que ahoga los auténticos valores espirituales y culturales y el espíritu de competición desenfrenada que genera egoísmo y hostilidad».

María Santísima, la «Madre de nuestra esperanza»

Continuando su catequesis sobre el papel de la Virgen en la historia de la salvacion, el Papa Francisco expresó que ella es «la Madre de nuestra esperanza. Su cántico de alabanza nos recuerda que Dios no se olvida nunca de sus promesas de misericordia (cf. Lc 1,54-55). María es la llena de gracia porque ‘ha creído’ que lo que le ha dicho el Señor se cumpliría (Lc 1,45). En ella, todas las promesas divinas se han revelado verdaderas. Entronizada en la gloria, nos muestra que nuestra esperanza es real; y también hoy esa esperanza, ‘como ancla del alma, segura y firme’ (Hb 6,19), nos aferra allí donde Cristo está sentado en su gloria».

Esta esperanza, de la cual la Virgen es matriz y portadora, y que es ofrecida por Evangelio, «es el antídoto contra el espíritu de desesperación que parece extenderse como un cáncer en una sociedad exteriormente rica, pero que a menudo experimenta amargura interior y vacío. Esta desesperación ha dejado secuelas en muchos de nuestros jóvenes».

El Pontífice concluyó sus palabras implorando a la Virgen «la gracia de gozar de la libertad de los hijos de Dios, de usar esta libertad con sabiduría para servir a nuestros hermanos y de vivir y actuar de modo que seamos signo de esperanza, esa esperanza que encontrará su cumplimiento en el Reino eterno, allí donde reinar es servir».

Con información de News.va

 

 

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