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Humildad y fe, lecciones de la Mujer Cananea para los días de hoy

Redacción (Jueves, 04-09-2014, Gaudium Press) Cuando leemos el Evangelio, nos vienen luces de comprensión entusiasmada de las enseñanzas de Nuestro Señor Jesucristo. De variados matices y cintilaciones, tales luces hablan en nuestras almas, conforme el bien que el Espíritu Santo quiera hacernos.

Meditemos sobre la narración que hace San Mateo (cf. Mt 15, 21-22) sobre pedido de cura de su hija cruelmente atormentada por el demonio, hecho por una mujer Cananea.

1.jpgEsta pobre madre era de un pueblo pagano, de etnia cananea, que habitaba en el territorio de Tiro y Sidón (Líbano actual), y que era rechazado por los judíos. Nuestro Señor fue a esta región, no propiamente para predicar, sino para ocultarse de sus enemigos que estaban feroces y llenos de odio contra su Persona. Entretanto, su fama era tal, que muchos de sus habitantes ya habían oído hablar de Jesús o incluso asistido sus predicaciones, de acuerdo con relatos de Marcos (cf. Mc 3, 8) y Lucas (Lc 6,17).

La Cananea a los pies de Jesús

Con ardor materno, la cananea suplica: «¡Señor, Hijo de David, ten piedad de mí: mi hija está atormentada por un demonio!».

¿Cuál fue la actitud de Nuestro Señor delante de la mujer? En un primer momento, Jesús se mantuvo en un silencio que podría causar desconcierto. Después, ante la insistencia de ella, le respondió: «No queda bien sacar el pan de los hijos para tirarlos a los perros». Sin intimidarse, o sentirse ofendida, por el contrario, siguió, importunamente, en su intento: «¡Es verdad, Señor: pero los perros también comen las migajas que caen de la mesa de sus dueños!». Cuál es la consecuencia de esta súplica llena de fe y humildad: Jesús le responde: «¡Mujer, grande es tu fe! Sea hecho como tú quieres!». Y continúa el Evangelio: «Y desde aquel momento su hija quedó curada» (Mt 15, 28).

¿En qué propiamente consiste la gran fe de la Cananea, que, entretanto, pertenecía a un pueblo pagano?

Esta gran fe, sobre todo está en creer en Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre. Y la cananea tenía esta «gran fe». Es lo que dice la Glosa, respecto al trato que ella daba a Jesús, cuando gritaba ´Señor, Hijo de Dios`: «Gran fe se nota en esas palabras de la Cananea: ella cree en la divinidad de Cristo cuando lo llama de ´Señor`; y en su humanidad cuando le dice: ´Hijo de David`.» ¹

Es aquí el punto de partida de nuestra fe y de la condición para obtener todo de Dios: creer en Nuestro Señor. Nuestra fe alcanza aquí la más alta condición para conseguir algo de Dios, pues no se trata de confiar meramente en los auxilios de un cualquiera, (aunque este fuese el hombre más poderoso, rico y capaz), sino en la certeza que nuestro Bienhechor, por ser Dios, todo puede y quiere ayudarnos.

Respecto a este conocimiento de la Persona de Nuestro Señor Jesucristo, de quien es Él, y de cuánto hoy en día se vive en la ignorancia de este conocimiento, comenta Mons. João Clá Dias: «Otra enseñanza que podemos extraer del Evangelio de hoy es la necesidad de instruirnos sobre la verdadera y buena doctrina. La Cananea oyó y se informó respecto a los actos y las predicaciones de Jesús. Eso le fue fundamental para creer. Un gran mal de nuestros días, la ignorancia religiosa[…]».

Y agrega, trayéndonos las palabras de la Escritura: «¡Oíd la palabra del Señor, hijos de Israel! Porque no hay sinceridad ni bondad, ni conocimiento de Dios en la Tierra. Juran falso, asesinan, roban, cometen adulterio, usan de violencia y acumulan homicidio sobre homicidio. […] porque mi pueblo se pierde por falta de conocimiento» (Os 4, 1-2,6). ²

Aquí está espléndidamente indicado para nosotros, que tanto necesitamos de las gracias y favores de Nuestro Señor Jesucristo: conocimiento de quien Él es, aliado consecuentemente a un amor filial, lleno de confianza inalterable en la certeza de que Él todo nos atiende.

¡Para que este conocimiento amoroso y lleno de confianza en Jesucristo nos inunde y acompañe el alma en nuestra existencia, roguemos a Aquella que en esta tierra tuvo una fe en su Divino Hijo y humildad como nadie, y tendremos la alegría de en todo ser atendidos!

Por Adilson Costa da Costa
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¹ GLOSA, apud SANTO TOMÁS DE AQUINO. Catena Aurea. In Mattheum, c. XV, v. 21-28.
² Mons. João S. Clá Dias, EP. Tudo se obtém pela fé. In: O inédito sobre os Evangelhos. v. II, Ano A, Coedição internacional de Città del Vaticano: Libreria Editrice Vaticana, São Paulo: Instituto Lumen Sapientiae, 2013, p. 285.

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