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Un decálogo guadalupano para el ministerio sacerdotal

Redacción (Martes, 16-12-2014, Gaudium Press) Diez principios para vivir el ministerio sacerdotal a la luz del mensaje que Nuestra Señora de Guadalupe dio al mundo a través de San Juan Diego son los que propuso Mons. Martín de Elizalde, OSB, Obispo de Nueve de Julio, Argentina, el pasado viernes 12 de diciembre durante la celebración Eucarística de ordenación sacerdotal de José Luis Rossi que presidió en la Parroquia de Nuestra Señora de los Dolores de Trenque Lauquen. En la ocasión el prelado animó al nuevo sacerdote a vivir en su ministerio lo que denominó el «decálogo guadalupano».

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Mons. Martín de Elizalde preside la Ordenación Sacerdotal / Foto: AICA.

«En la manifestación de María Santísima en Guadalupe, el envío que la Virgen confía a san Juan Diego es un modelo de la pedagogía divina. Aquí Dios encarga a su Madre, para que con palabras llenas de respetuosa ternura, le trasmita a Juan Diego la misión que será la suya. Es el encuentro del Evangelio con un mundo nuevo, con una cultura y un pueblo que habían estado hasta entonces ajenos a la Revelación de Jesucristo, y es un encuentro maravillosamente pleno, de una finura espiritual y de un contenido tan completo que encierra en pocas palabras y gestos la riqueza de la salvación ofrecida a todos los hombres», dijo entonces Mons. de Elizalde.

A continuación compartimos los diez principios del «decálogo guadalupano» que propuso para la vida sacerdotal el Obispo de Nueve de Julio:

1. Recibir con atención lo que viene de Dios. «Él llama discretamente, pero nos impone un compromiso muy serio, no es nuestra voluntad ni nuestra idea lo que viene de Aquél que nos convoca y envía. Es la vocación, no como un deseo o aspiración, un atractivo por gusto o afinidad, sino una llamada a salir de nosotros mismos, a elegir el destierro de la voluntad propia, a asumir la persona de Cristo, como sacerdotes y servidores, hasta el sacrificio», según dice el prelado.

2. Conciencia de la misión recibida. De acuerdo con Mons. de Elizalde, ésta puede ser algo imprecisa, «pero se va precisando, y se vuelve exigente (…) frente a la cual solo queda la respuesta de la generosidad, sin excusas ni costumbres adquiridas».

3. Apertura para escuchar a los humildes y vivir en el contexto humilde, donde -como dice el Obispo de Nueve de Julio, «sin duda encontraremos muchas riquezas naturales que debemos evangelizar, con fe, esperanza y caridad».

4. Una actitud que debe manifestarse, como la del indio Juan Diego, con franqueza y fundarse en la verdad, para con uno mismo y para la comprensión de los demás, incluso para transmitirla a los pastores de la Iglesia.

5. Respeto por el ministerio que se ha confiado y de la Palabra que se debe anunciar. «Somos nosotros las cuerdas vocales, el sonido de la voz, la articulación sonora de un mensaje que no nos pertenece, y al que debemos ser obstinadamente fieles», agrega Mons. de Elizalde.

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6. Recibir la ordenación presbiteral implica aceptar el esfuerzo y el sacrificio que conlleva. «Es el ministerio del mismo Cristo, y a nosotros se nos pide que seamos fieles para cumplir ese encargo, sin adornos ni ilusiones, sin aumentarlo con proyecciones humanas ni reducirlo a la pequeñez de nuestra disponibilidad», comenta el prelado.

7. Recordar y mantener la fidelidad en la transmisión del mensaje, sin desfigurarlo.

8. Tener presente que se debe optar por lo principal, es decir, por Dios, los hermanos, la Iglesia, y nunca elegir lo personal y subjetivo.

9. No perder nunca la capacidad de asombro, no con espanto, más sí renovando constantemente el agradecimiento, sin soberbia y orgullo.

10. Mantener vivo el agradecimiento, con mucha alegría, ya que -como expresa el prelado- «llevar este mensaje transforma y nos identifica más con Jesucristo».

Con información de AICA.

 

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