viernes, 26 de abril de 2024
Gaudium news > ‘Jesús da todo y pide todo’, dice el Papa, en la Misa de Canonización de 7 santos

‘Jesús da todo y pide todo’, dice el Papa, en la Misa de Canonización de 7 santos

Ciudad del Vaticano (Martes, 16-10-2018, Gaudium Press) En la mañana del domingo pasado, en la Plaza San Pedro, fueron canonizados por el Papa Francisco siete nuevos santos de la Iglesia: Papa Pablo VI, Mons. Oscar Romero, Francisco Spinelli, Vicente Romano, María Catalina Kasper, Nazaria Ignacia y Nunzio Sulprizio.

2.jpg

Jesús da Todo y Pide Todo

El Pontífice, dirigiéndose a los cerca de 70 mil fieles presentes en la Plaza San Pedro, recordó en su homilía que todos somos llamados, todos tenemos una vocación: somos llamados a vivir la «vocación común a la santidad, no a las medias medidas, sino a la santidad».

«Jesús es radical. Da todo y pide todo (…). No se contenta con un ‘porcentaje de amor’: no podemos amarlo a veinte, cincuenta o sesenta por ciento. O todo o nada», resaltó el Pontífice.

Para los peregrinos que llenaban la Plaza en la Misa de canonización, Francisco recordó que los nuevos santos, «en diferentes contextos, tradujeron en la vida la Palabra de hoy: sin tibieza, ni cálculos, con el ardor de arriesgar y dejar todo. Que el Señor nos ayude a imitar sus ejemplos», invitó el Papa.

La ceremonia Litúrgica de Canonización

Después de ser cantado el Veni Creator, ya al inicio de la celebración el prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, cardenal Angelo Becciu, acompañado por los postuladores, se dirigió al Santo Padre pidiendo que se procediese a la canonización de los siete Beatos.

Después de la lectura de la biografía de cada uno de ellos, fue cantada la Letanía de todos los Santos y luego se procedió a la lectura de la fórmula de la canonización por el Papa.

Así los siete beatos fueron insertados en el álbum de los Santos, a partir de entonces podrán ellos ser venerados por toda la Iglesia.
A este acto se siguió el canto del Jubilate.

Reliquias

Las reliquias de cada Santo presentadas en la ceremonia fueron:

de Pablo VI, la camiseta con manchas de sangre de las heridas provocadas por el atentado ocurrido en Manilla, Filipinas;

de Mons. Óscar Arnulfo Romero, parte de un hueso;

de Francisco Spinelli, hueso del pie;

de Vicente Romano, una vértebra;

de Nunzio Sulprizio, el fragmento de hueso del dedo de la mano;

de María Catalina Kasper, hueso de la espina dorsal y

de Nazaria Ignacia de Santa Teresa de Jesús, un mechón de cabellos.

De la Observancia de la Ley al Don de sí mismo

El Evangelio de Marcos, ofreció al Pontífice la inspiración para hablar su homilía. Él comentó la radicalidad exigida para seguir sinceramente a Jesús.

La pregunta hecha por el joven rico dio a Francisco la oportunidad para desarrollar su sermón:

«¿Qué debo hacer para tener en herencia la vida eterna?», preguntó el joven y el Papa comentó que ella podría ser una pregunta hecha a todos nosotros.

Jesús fijó su mirada en el mozo rico y lo amó, cambiándole la perspectiva cuando «le pide para pasar de la observancia de las leyes al don de sí mismo, del trabajar para sí al estar con Él. Y le hace una propuesta de vida: ‘Vende todo lo que tienes, da el dinero a los pobres (…), ven y sígueme'».

La misma propuesta Jesús hace a cada uno de nosotros, dijo Francisco, observando: El «no basta no hacer nada de mal», o seguirlo apenas cuando nos apetece, o todavía «quedar contentos con observar preceptos, dar limosnas y recitar algunas oraciones», sino debemos encontrar en Él el Dios que siempre nos ama, el sentido de nuestra vida, la fuerza para entregarnos.

Lo que torna pesado el corazón

Jesús pide, también a cada uno de nosotros, «dejar aquello que torna pesado el corazón, vaciarse de bienes para dar lugar a Él, único bien»:

«No se puede seguir verdaderamente a Jesús, cuando se está cargado de cosas. Pues, si el corazón está repleto de bienes, no habrá espacio para el Señor, que se tornará una cosa más entre las otras. Por eso, la riqueza es peligrosa y – lo dijo Jesús – torna difícil hasta incluso salvarse. No, porque Dios sea severo; ¡no! El problema está de nuestro lado: lo mucho que tenemos y lo mucho que ambicionamos nos sofocan el corazón y nos tornan incapaces de amar (…). Cuando se coloca en el centro el dinero, vemos que no hay lugar para Dios; y no hay lugar siquiera para el hombre».

Todo para Jesús

«Jesús es radical, da todo y pide todo: da un amor total y pide un corazón indiviso», afirma el Papa que pregunta:

«También hoy se nos da como Pan vivo; ¿podremos nosotros, en cambio, darle las migajas? A Él, que se hizo nuestro siervo hasta el punto de dejarse crucificar por nosotros, no le podemos responder apenas con la observancia de algunos preceptos. A Él, que nos ofrece la vida eterna, no podemos dar cualquier bocado de tiempo. Jesús no se contenta con un ‘porcentaje de amor’: no podemos amarlo a veinte, cincuenta o sesenta por ciento. O todo o nada».

Continuó el Pontífice:

«Nuestro corazón es como un imán: se deja atraer por el amor, pero solo se puede apegar a un lado y tiene que escoger: amar a Dios o las riquezas del mundo; vivir para amar o vivir para sí mismo»:

«Preguntémonos de qué lado estamos nosotros… Preguntémonos a qué punto nos encontramos en nuestra historia de amor con Dios…
¿Nos contentamos con algunos preceptos o seguimos a Jesús como enamorados, listos verdaderamente a dejar todo por Él? Jesús pregunta a cada uno y a todos nosotros como Iglesia en camino: ¿somos una Iglesia que se limita a predicar buenos preceptos o una Iglesia-esposa, que por su Señor se lanza en el amor?

¿Lo seguimos verdaderamente o volvemos a los pasos del mundo, como aquel hombre? ¿En suma, nos basta Jesús o buscamos las seguridades del mundo?»

Pidamos la gracia de saber dejar por amor del Señor «las riquezas, los sueños de funciones y poderes, las estructuras ya inadecuadas para el anuncio del Evangelio, los pesos que traban la misión, los lazos que nos ligan al mundo», recomendó Francisco.

Dijo además el Papa: Aquel joven «se retiró pesaroso». «Aunque hubiese encontrado a Jesús y recibido su mirada amorosa, se fue triste.

La tristeza es la prueba del amor inacabado. Es la señal de un corazón tibio.

Al contrario, un corazón aliviado de los bienes, que ama libremente al Señor, esparce siempre la alegría, aquella alegría de la que hoy tenemos tanta necesidad».

Invitación para tener la Alegría de regreso

«Hoy Jesús nos invita a volver a las fuentes de la alegría, que son el encuentro con Él, la opción corajuda de arriesgar para seguirlo, el gusto de dejar todo para abrazar su camino. Los Santos recorrieron este camino», finalizó el Papa Francisco. (JSG)

(De la Redacción de Gaudium Press, con informaciones de Vatican News)

 

Deje su Comentario

Noticias Relacionadas