viernes, 26 de abril de 2024
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Casa Santa Marta: la oración hace milagros e impide que el corazón endurezca, afirma Francisco

Ciudad del Vaticano (Martes, 12-01-2016, Gaudium Press) Podemos ser personas de fe y perder el sentido de la piedad bajo las cenizas de los juicios, de las infinitas críticas: Este es el sentido de la narración comentada por el Papa Francisco en la homilía de la misa celebrada en la mañana de este martes 12, en la Capilla de la Casa Santa Marta.

Los protagonistas de la escena descripta en la lectura son: Ana -mujer angustiada con la propia esterilidad, que suplica a Dios el don de un hijo- y un sacerdote, Elí, que la observa distraídamente, de lejos, sentado en una silla del templo.

«Ana rezaba en su corazón y solamente los labios se movían, pero no se escuchaba la voz. Este es el coraje de una mujer de fe que, con su dolor, con sus lágrimas, pide la gracia al Señor. ¡Tantas mujeres corajudas son así en la Iglesia, muchas!»

«Pensemos solamente en una gran mujer, Santa Mónica, que con sus lágrimas consiguió obtener la gracia de la conversión de su hijo, San Agustín. Existen muchas mujeres así», comentó el Papa.

Sobre la actitud inicial del sacerdote Elí, Francisco afirmó que cuando «falta piedad en el corazón, siempre se piensa mal» y no se entiende a aquellos que rezan «con dolor y angustia» y «confían el dolor y la angustia al Señor»:

«Jesús conoció esta oración en el Jardín de los Olivos, cuando eran tan grandes dolor y la angustia que Jesús sudó sangre y no reprendió al Padre: ‘Padre, si quieres, aparta de mi este cáliz, pero sea hecha tu voluntad’. Y Jesús respondió del mismo modo que la mujer: con la mansedumbre. A veces, nosotros rezamos, pedimos al Señor, pero muchas veces no sabemos llegar a la lucha con el Señor, a las lágrimas, a pedir, a pedir la gracia». El Pontífice concluyó su homilía y sus comentarios afirmando que «la oración hace milagros, hace milagros también para los cristianos, sean laicos, como sacerdotes y obispos que perdieron la devoción y la piedad».

«La oración de los fieles cambia la Iglesia: no somos nosotros, los Papas, los obispos, los sacerdotes, las religiosas en llevar adelante la Iglesia… ¡son los santos! Y los santos son estos, como esta mujer. Los santos son aquellos que tienen el coraje de creer que Dios es el Señor y que todo puede hacer». (JSG)

 

 

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