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Mañana será lanzado en libro “Sobre los vicios y las virtudes”, conversaciones entre el Papa y el P. Marco Pozza.
Redacción (01/03/2021 07:57, Gaudium Press) Ira de Dios, Diluvio Universal y hechos por ocurrir, son temas afrontados por el Papa Francisco en el nuevo libro “Sobre los vicios y las virtudes” (Dei vizi e delle virtù) que saldrá mañana 2 de marzo.
Esta obra recoge conversaciones entre el Papa y el P. Marco Pozza, capellán de la prisión de Padua, que se emitirán en un canal de la televisión italiana. Algunos de los contenidos del libro han sido anticipados por el Corriere della Sera.
Allí Francisco trata sobre el bullying (acoso), algo que “es terrible”, y lo estigmatiza como una especie dentro del género de ira. Propone como medida para corregir este mal “compartir, convivir, dialogar, escuchar al otro, tomar el tiempo porque es el tiempo el que hace la relación”.
El Diluvio, resultado de la ira de Dios
Sin embargo, hay un tipo de ira al que se refiere Francisco, que es la ira divina, y que él vincula al Diluvio Universal.
Expresa el Papa que “el diluvio es el resultado de la ira de Dios, dice la Biblia”. Es una ira suscitada porque Dios “ha visto demasiadas cosas malas y decide cancelar a la humanidad”. Y aunque hay “expertos” que dicen que el relato bíblico es mítico, “el diluvio es una narración histórica, dicen los arqueólogos, porque encontraron rastros de una inundación en sus excavaciones”.
Francisco advierte: “Un gran diluvio, quizás por la subida de la temperatura y el deshielo de los glaciares: aquello que pasará ahora si seguimos por el mismo camino. Dios desató su ira, pero vio a un justo, lo tomó y lo salvó. La historia de Noé muestra que la ira de Dios también es también salvadora”.
Entre los adelantos que hace el Corriere della Sera también está la conversación sobre el difícil tema de las dudas con relación a la fe. El Papa recordó que incluso algunos santos, con el permiso de Dios, vieron de esa manera asaltadas sus almas, como Santa Teresita del Niño Jesús.
Francisco recomendó en esos momentos armarse de paciencia, para custodiar el don de la fe, y tener confianza en que se podrá seguir adentrándose “en la profundidad del misterio de Dios”.
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