El purpurado escribió en First Things sobre lo que ocurre en la Iglesia alemana, evidenciado en las recientes ‘bendiciones’ a parejas homosexuales.
Redacción (28/05/2021 10:23, Gaudium Press) Claro y contundente es el documento publicado por el Cardenal Gerhard Müller en First Things el pasado 24 de mayo, titulado Bendición y Blasfemia, en referencia a las ‘bendiciones’ de parejas homosexuales ocurridas en más de 100 iglesias en Alemania en días pasados.
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“Esta puesta en escena de pseudo-bendiciones de parejas masculinas o femeninas homosexualmente activas es, teológicamente hablando, una blasfemia, una contradicción cínica de la santidad de Dios. San Pablo escribió a la iglesia de Tesalónica que Dios no quiere nada más que “tu santificación: que te abstengas de la infidelidad; para que cada uno sepa tomar esposa para sí en santidad y honra, no en la pasión de la lujuria como los paganos que no conocen a Dios” (1 Tes. 4: 3-5).
Un muy bajo nivel dogmático, moral y litúrgico
Esas ‘bendiciones’ ocurridas en Alemania, “muestra cuán bajo se ha hundido el nivel freático dogmático, moral y litúrgico. Si los obispos han prohibido la asistencia a misa, las visitas sacerdotales a los enfermos y las bodas en la iglesia debido al riesgo de infección [durante las restricciones de la pandemia], entonces su afirmación de que existe una necesidad urgente de bendecir a las parejas del mismo sexo no es ni remotamente plausible”.
Por lo demás, la negativa a bendiciones de parejas homosexuales, dada por la Congregación de la Doctrina de la Fe el 22 de enero pasado, “simplemente expresó lo que todo cristiano católico que ha sido instruido en los conceptos básicos de nuestra fe sabe: La Iglesia no tiene autoridad para bendecir las uniones de personas del mismo sexo”.
“El escándalo en Alemania no se trata de individuos y de sus conciencias (…) lo que estamos presenciando es la negación herética de la fe católica en el sacramento del matrimonio y la negación de la verdad antropológica de que la diferencia entre hombres y mujeres expresa la voluntad de Dios en la creación”, aseveró el Cardenal Müller.
Tras expresar que las derivas teológicas de obispos y sacerdotes que favorecen esas bendiciones es sencillamente un “retornar al paganismo”, y que el “Camino Sinodal” alemán no está legitimado por la Iglesia, clama el purpurado que “por el bien de la verdad del evangelio y la unidad de la Iglesia, Roma no debe contemplar en silencio, esperando que las cosas no salgan tan mal, o que los alemanes puedan ser pacificados con delicadeza táctica y pequeñas concesiones. Necesitamos una declaración de principios clara con consecuencias prácticas. Esto es necesario para que después de quinientos años de división, el remanente de la Iglesia católica en Alemania no se desintegre, con consecuencias devastadoras para la Iglesia universal”.
“La primacía se le da a la Iglesia de Roma no solo por las prerrogativas de la Cátedra de Pedro, cuyo ocupante podría hacer lo que quisiera, sino más por el grave deber del Papa, asignado a él por Cristo, de proteger la unidad de la Iglesia universal en la fe revelada”, concluye el Cardenal.
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