domingo, 24 de noviembre de 2024
Gaudium news > Frases de santos y doctos sobre la humildad, la base de todas las virtudes

Frases de santos y doctos sobre la humildad, la base de todas las virtudes

¿Qué es la humildad? ¿Cómo se obtiene?

San Francisco de Borja

Encuentro de Carlos V con San Francisco de Borja

Redacción (21/06/2021 10:19, Gaudium Press) La humildad es la base de las virtudes, es decir, sin verdadera humildad no se puede practicar ninguna virtud, pues la persona no humilde rechaza la gracia de Dios. Sin humildad, sobre todo, no se puede practicar la caridad, que es el verdadero amor de Dios y del prójimo. La humildad es esencial, y hay que adquirirla y pedirla.

Así como la humildad es la base de todas las virtudes, la soberbia está en la base de todos los vicios. Y contra soberbia, humildad.

¿Pero qué es la humildad? ¿Cómo se obtiene?

A continuación frases de santos y doctos, que nos ayudan en ese empeño:

La humildad es la verdad, y la verdad es que no tenemos nada bueno que no hayamos recibido de Dios” (Santa Teresa).

Humildad es el conocimiento claro de lo que somos, sin quitar ni añadir nada” (Balmes).

Para llegar al conocimiento de la verdad hay muchos caminos: el primero es la humildad, el segundo es la humildad y el tercero es la humildad” (San Agustín).

Cuanto más grande seas, más humilde debes ser, y así obtendrás el favor del Señor, porque el poder del Señor es grande y El es glorificado por los humildes” (Eclesiástico 3, 18.20)

La verdadera humildad consiste en la persuasión y convicción de que sin Dios somos poca cosa y despreciable, y en aceptar que me traten como tal” (San Ignacio de Loyola).

Señor, conózcate a Ti, y conózcame a mí” (San Juan de la Cruz).

El alma para vencer la potencia del demonio no lo podrá conseguir sin oración ni podrá entender sus engaños sin mortificación y sin humildad” (San Juan de la Cruz).

San Juan de la Cruz 3

San Juan de la Cruz

La humildad es algo muy extraño. En el momento mismo en el que creemos tenerla, ya la hemos perdido” (San Agustín).

Humildad es estar convencido de que no se es nada por su propia cuenta; no despreciar a nadie, y atribuir sus cualidades a un regalo de Dios”. (Pischetta)

“Humildad es la costumbre de pensar de sí mismo en comparación con lo perfecto que es Dios, y en comparación con la perfección a la que Él nos tiene destinados y que no hemos logrado conseguir”.

“La humildad es la virtud sobrenatural, que por medio del conocimiento exacto de nosotros mismos, nos inclina a estimarnos justamente en lo que valemos, y a aceptar las humillaciones y los desprecios” (Tanquerey).

Todo lo tenemos de Dios

“El humilde se considera como un mendigo ante el Poderosísimo y generoso Dios. Quiere tratar a Dios como Dios y dueño y Creador de todo. Se considera indigno de los grandes beneficios que Nuestra Señor le ha hecho y se admira de que Dios se incline con tanta bondad ante una creatura tan indigna y miserable” (Baudemón)..

“El fundamento supremo de la humildad cristiana es el reconocimiento de que cuanto somos y poseemos nos viene de Dios y a El se lo debemos” (Nacar).

Humildad no es huir de las grandes empresas: “El humilde huye de un defecto que le hace mucho mal y que consiste en por pequeñez de ánimo huir de las obras grandes, por juzgarlas falsamente superiores a sus fuerzas. El humilde de por sí sabe que es nada, pero a la vez reconoce que con la ayuda de Dios puede hacer grandes obras” (Pischetta).

“La humildad es la etiqueta que exige el ceremonial para las audiencias con Dios” (P. Alfonso Milagro).

“El Espíritu Santo exige de quien desea recibir sus luces e inspiraciones, que sea humilde, o sea que reconozca que de por sí solo no puede nada, que todo lo recibe de Dios” (P. Luis Bonilla).

“Cuando veas en ti algo bueno, atribúyelo a Dios, no a ti mismo”. (San Benito).

“Dios prefiere la humildad y detesta y aborrece el orgullo, porque el orgullo es mentira” (P. Luis Bonilla).

Un día me puse a pensar cuál será el ultimo puesto que puede haber en el mundo. Y descubrí que el último puesto es a los pies del traidor Judas. Y quise colocarme yo allí, pero no pude, porque allí estaba Jesucristo arrodillado lavándole los pies. Desde entonces creció mi aprecio por la humildad” (San Francisco de Borja).

(Tomado de “La Humildad” – P. Salesman)

Deje su Comentario

Noticias Relacionadas