domingo, 24 de noviembre de 2024
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¿Cuál es el destino eterno de los niños que mueren sin bautismo?

Consideraciones acerca de los niños que mueren antes del uso de razón sin pecado personal pero con pecado original.

Limbo

Redacción (08/07/2021 17:14, Gaudium Press)La Iglesia Católica elimina el limbo”, titulaban a cuatro vientos medios de comunicación internacionales, tras la declaración de la Comisión Teológica Internacional del año 2007, titulada “La Esperanza de Salvación para los Niños que Mueren sin Bautismo”. Algunos medios incluso se aventuraban en los vértigos de una teología sin mucha teología, diciendo que el siguiente cancelado sería… ¡el purgatorio!

Pero no.

Recordaba entonces esa Comisión, que “la enseñanza tradicional recurría a la teoría del limbo, entendido como un estado en el que las almas de los niños que mueren sin bautismo no merecen el premio de la visión beatífica, a causa del pecado original, pero no sufren ningún castigo, ya que no han cometido pecados personales”.

La Declaración de la comisión teológica, fruto de amplio estudio promovido por el Papa Benedicto, afirmaba que la del limbo seguía siendo “una hipótesis teológica posible”, pero que había “razones teológicas y litúrgicas para motivas la esperanza de que los niños muertos sin Bautismo puedan ser salvados e introducidos en la felicidad eterna, aunque no haya una enseñanza explícita de la Revelación sobre este problema”.

Las conclusiones no podían servir de excusa para retrasar la administración del bautismo

Esa esperanza no podía servir de excusa para “negar la necesidad del bautismo ni para retrasar su administración”, sino que era la confianza en que “Dios salvará a estos niños ya que no se ha podido hacer por ellos lo que se hubiera deseado hacer, es decir, bautizarlos en la fe de la Iglesia e insertarlos visiblemente en el Cuerpo de Cristo”.

En todo caso, pues, sigue siendo necesario el Bautismo para alcanzar la vida eterna, y aunque estos niños no tuvieran pecado individual, sí tenían las consecuencias del pecado original, incompatibles con la visión beatífica, con la visión de Dios en la eternidad.

Los teólogos han propuesto muchas teorías a lo largo de los siglos para ‘solucionar’ el tema de los niños muertos sin bautismo, siendo la más conocida la defendida por San Agustín, según la cual ellos se verían privados de la felicidad plena de la visión de Dios, pero gozarían de una felicidad natural en el Limbo.

Mientras que los Padres griegos prefieren no escudriñar los designios de Dios, los Padres latinos avanzan con la teoría del Limbo, que evolucionó de un infierno mitigado a un lugar donde no habría sufrimiento, pues los niños no bautizados, al no haber cometido ningún pecado consentido, no tendrían ninguna culpa para justificar un castigo. Pero esta felicidad natural del Limbo no sería completa, ya que no se tendría la posesión del Dios al que fuimos creados y llamados [1].

Esta doctrina fue defendida por Santo Tomás de Aquino y aceptada por la generalidad de los teólogos durante muchos siglos.

Sin embargo, esta opinión no fue unánime en la Iglesia, pues Inocencio III ya invocó el argumento de que Dios, para toda circunstancia, tiene siempre un remedio de salvación para la humanidad:

“No es admisible que se pierdan todos los niños pequeños que mueren en tan gran multitud todos los días, sin que el Dios misericordioso, que no quiere la perdición de nadie, haya buscado también para ellos algún medio de salvación».

La voluntad salvífica de Dios

El bautismo es importante, ya que no hay salvación fuera de la Iglesia, sin embargo, hay hipótesis basadas en la voluntad salvífica de Dios.

Entre muchos otros argumentos – como la analogía con los Santos Inocentes, que no recibieron el Bautismo, o la predilección de Jesús por los niños – recordamos la doctrina de Santo Tomás de Aquino, según la cual Dios no necesita necesariamente los sacramentos para conferir a alguien sus efectos.

Tal fue el caso de la Santísima Virgen María, a quien Dios aplicó los efectos de la Redención antes del nacimiento de Jesucristo, eximiéndola del pecado original: es el dogma de la Inmaculada Concepción.

De manera similar, podría Dios aplicar los efectos del bautismo a los niños que murieron prematuramente sin haber sido bautizados.

No se puede concluir sino repitiendo la enseñanza del Catecismo de la Iglesia Católica, que afirma que “la Iglesia sólo puede confiar a los niños muertos sin Bautismo a la misericordia de Dios. En efecto, la gran misericordia de Dios, que ‘quiere que todos los hombres se salven’ (1 Tm 2, 4), y la ternura de Jesús hacia los niños, que lo llevaron a decir: ‘Dejad que los niños vengan a mí, no se lo prohibáis’, nos permiten esperar que haya un camino de salvación para los niños que han muerto sin el Bautismo”, pudiendo finalmente gozar de la visión beatífica [2].

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[1] Cfr. Spirago, Francisco. Catecismo católico popular: primera parte. Trans. Arthur Bivar. 2ª ed. Portugal: Veritas Company Typography, s / d, p. 152.

[2] Texto basado en consideraciones plasmadas en la Revista Arautos do Evangelho. n.67, julio de 2007.

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