Francisco meditó sobre las homilías, en el Domingo de la Palabra de Dios.
Redacción (24/01/2022 09:12, Gaudium Press) En el Domingo de la Palabra de Dios y a la hora del rezo del Ángelus, el Papa Francisco meditó sobre la forma de predicar el Evangelio tocando los corazones de las personas.
La lectura evangélica del día era propia a ello, pues narra el pasaje en el que el Señor iniciaba su predicación:
“Fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el rollo del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: ‘El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista; a poner en libertad a los oprimidos; a proclamar el año de gracia del Señor’. Y, enrollando el rollo y devolviéndolo al que lo ayudaba, se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos clavados en él. Y él comenzó a decirles: ‘Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír’ ” (Lc 4, 16-21).
Comentó Francisco, que mientras el Señor proclamaba un mensaje de “consolación y liberación para los pobre y los oprimidos”, “todos los ojos estaban fijos en él”.
No a homilías abstractas
“La profecía de Isaías [que estaba leyendo el Señor en la sinagoga] se remontaba a siglos antes, pero Jesús, por la fuerza del Espíritu, la hace actual y, sobre todo, la lleva a cumplimiento”, indicó el Papa.
Los nazarenos, “incluso si, nublados por los prejuicios, no le creen se dan cuenta de que su enseñanza es diferente de la de otros maestros: intuyen que en Jesús hay más: la unción del Espíritu Santo”, dijo.
El Papa invocó a los predicadores a no hacer homilías “abstractas”, que no despiertan el alma de la gente. Invitó a pedir la “unción del Espíritu” por el cual el Evangelio se acerca a la realidad.
Cuando una homilía no llega al corazón es “porque les falta la fuerza de este hoy, ese que Jesús “llena de sentido” con el poder del Espíritu. Se escuchan conferencias impecables, discursos bien construidos, pero que no mueven el corazón, y así todo queda como antes. La predicación corre este riesgo: sin la unción del Espíritu empobrece la Palabra de Dios, cae en el moralismo y en conceptos abstractos; presenta el Evangelio con desapego, como si estuviera fuera del tiempo, lejos de la realidad”.
El Papa agradeció a todos los predicadores del Evangelio:
“Recemos por ellos, para que vivan el hoy de Jesús, la dulce fuerza de su Espíritu que vuelve viva la Escritura. La Palabra de Dios, de hecho, es viva y eficaz (cfr Hb 4,12), nos cambia, entra en nuestros asuntos, ilumina nuestra vida cotidiana, consuela y pone orden. Recordemos: la Palabra transforma una jornada cualquiera en el hoy en el que Dios nos habla”.
El Pontífice invitó a los fieles a leer todos los días aunque sea un pasaje del Evangelio: “Con el tiempo descubriremos que esas palabras están hechas a propósito para nosotros, para nuestra vida”.
Con información de Vatican News
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