martes, 26 de noviembre de 2024
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Hoy es Domingo laetare, Domingo de la alegría ¿Qué es?

El color litúrgico de la cuaresma es morado, pero hoy es rosa.

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Redacción (27/03/2022 08:36, Gaudium Press) La Cuaresma es un tiempo penitencial, de oración, ayuno y limosna, donde el color litúrgico es el morado. Este es un periodo preparatorio del gran y terrible sacrificio del Redentor, y por ello ese color, que es también símbolo de recogimiento, de comprensión del dolor. Sin embargo, tenemos, en el transcurso de este tiempo, un momento de júbilo, en el que el color litúrgico pasa del púrpura al rosa. Es el llamado “Domingo Laetare”, o “Domingo de la Alegría”, que tiene lugar hoy.

Pero, ¿sabe usted sabe el por qué?

El IV Domingo de la Cuaresma recibe estos nombres porque así comienza, en este día, la Antífona de Entrada de la Eucaristía: Laetare, Ierusalem, et conventum facite omnes qui diligites eam; gaudete cum laetitia, qui in tristitia fuistis; ut exsultetis, et satiemini ab uberibus consolationis vestrae “«¡Alégrate Jerusalén! ¡Reuníos, vosotros todos que la amáis; vosotros que estáis tristes, exultad de alegría! Saciaos con la abundancia de sus consolaciones”), conforme Isaías 66, 10-11.

El color litúrgico pasa del violeta al rosa para representar la alegría por la proximidad de la Pascua, la Resurrección de Cristo.

Este domingo ya fue llamado también de “Domingo de las Rosas”, pues, en la antigüedad, los cristianos acostumbraban obsequiarse rosas. Y es aquí que surge la famosa “Rosa de Oro”.

Regalo de reyes, santuarios y benefactores de la Iglesia

89214En el siglo X nace la tradición de la «Bendición de la Rosa», ocasión en que el Santo Padre, en el IV Domingo de la Cuaresma, iba del Palacio de Letrán a la Basílica Estacional de Santa Cruz de Jerusalén, llevando en la mano izquierda una rosa de oro que significaba la alegría por la proximidad de la Pascua. Con la mano derecha, el Papa bendecía a la multitud. Regresando procesionalmente a caballo, el Pontífice veía su montura conducida por el prefecto de Roma. Al llegar, obsequiaba al prefecto la rosa, en reconocimiento por sus actos de respeto y homenaje.

De ahí, entonces, tuvo inicio la costumbre de ofrecer la «Rosa de Oro», a personalidades y autoridades que mantenían una buena relación con la Santa Sede, como príncipes, emperadores, reyes…

En los tiempos modernos los papas acostumbran remitir este símbolo de afecto personal a santuarios de destaque. Por ejemplo, el Santuario de Nuestra Señora de Fátima, Portugal, recibió una Rosa de Oro de Pablo VI, en 1965, y la Basílica de Nuestra Señora Aparecida, Brasil, recibió una de Pablo VI, en 1967 y otra de Benedicto XVI, en 2007.

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