Francisco comentó el Evangelio del día, que trata de la codicia.
Redacción (01/08/2022 10:53, Gaudium Press) En el Ángelus dominical, después de su regreso de Canadá, Francisco comentó el Evangelio del día, que trata de la petición que hace un hombre al Señor, para que le diga a su hermano que comparta su herencia con él. El Papa enseñó que hay que servirse de las riquezas, pero no servir a la riqueza, lo que es idolatría.
Es necesario preguntarnos cómo queremos enriquecernos, según Dios o mi codicia. Preguntarse qué herencia se quiere dejar, dinero en el banco o gente feliz a mi alrededor, buenas obras que no se olvidan, personas a las que he ayudado a crecer y madurar, dijo.
También hay una codicia a nivel global, que propicia conflictos: “Pensemos también en las guerras y los conflictos: el ansia de recursos y riqueza está casi siempre implicada. ¡Cuántos intereses hay detrás de una guerra! Sin duda, uno de ellos es el comercio de armas”, expresó el Pontífice.
Sobre el pedido que un hermano hace a Jesús en el Evangelio sobre la herencia del otro, Francisco dijo que el Señor no entra a responder directamente la petición, sino que va a la raíz de las divisiones causadas por la posesión de cosas, y dice: “Guardaos de toda codicia”, que es en la definición del papa, la ambición desenfrenada por las posesiones, siempre queriendo enriquecerse. Es algo adictivo, que esclaviza, y que puede alcanzar particularmente a los que tienen mucho.
Desapego de las riquezas
Francisco invitó a cuestionarse: ¿cómo es mi desprendimiento de las posesiones, de las riquezas? ¿Me quejo de lo que me falta o me conformo con lo que tengo? ¿Estoy tentado, en nombre del dinero y las oportunidades, a sacrificar las relaciones y el tiempo por los demás? Y de nuevo, ¿estoy tentado a sacrificar la legalidad y la honestidad en el altar de la codicia?
Y convocó a hacerse rico según Dios: “Es justo desearlo, es bueno hacerse rico, ¡pero rico según Dios! Dios es el más rico de todos: es rico en compasión, en misericordia. Su riqueza no empobrece a nadie, no crea peleas ni divisiones”.
Es una riqueza, que ama dar, distribuir, compartir. “Acumular bienes materiales no es suficiente para vivir bien, porque -repite Jesús- la vida no depende de lo que se posee (cf. Lc 12,15). En cambio, depende de las buenas relaciones: con Dios, con los demás y también con los que tienen menos. Entonces, nos preguntamos: ¿cómo quiero enriquecerme? ¿Según Dios o según mi codicia?”
Con información de Vatican News
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