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En el momento decretado por Dios en su misericordia, se derribó el muro del mal, viniendo al mundo a Nuestra Señora.
Redacción (08/09/2022 11:09, Gaudium Press) ¡Cuántas veces en nuestra vida espiritual nos encontramos inmersos en la lucha contra la tentación, retorciéndonos y revolviéndonos en las dificultades! Y no sabemos cuándo llegará el bendito día en que una gran gracia, un gran favor, pondrá fin a nuestros tormentos y luchas, y nos dará al fin un gran progreso en la práctica de la virtud.
En ese momento tendrá lugar en nuestras almas una especie de nacimiento de la Santísima Virgen. Ella surgirá en la noche de las más grandes pruebas y de las más espesas tinieblas, venciendo desde el inicio las dificultades que estemos enfrentando. Surgirá como un alba en nuestra existencia, llegando a desempeñar en nuestra vida espiritual un papel hasta ahora desconocido para nosotros.
Este pensamiento debe llenarnos de alegría y esperanza, dándonos la certeza de que la Virgen nunca nos abandona. En los momentos más difíciles, Ella parece irrumpir entre nosotros, resolviendo nuestros problemas, aliviando nuestro dolor y dándonos la combatividad y el coraje necesarios para cumplir hasta el final con nuestro deber, por arduo que sea. El mayor consuelo que nos trae es precisamente este fortalecimiento de la voluntad, que nos permite emprender la lucha contra los enemigos de nuestra salvación.
Por Plinio Corrêa de Oliveira
(Texto extraído de la Revista Arautos do Evangelho n. 225, septiembre de 2020).
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