En el Ángelus, Francisco dijo que el Adviento es tiempo propicio para fomentar la conciencia de que somos pecadores y para confesarnos.
Redacción (05/12/2022 10:52, Gaudium Press) Ayer, segundo domingo de Adviento, y antes de rezar el ángelus en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco habló sobre la humildad e instó a “bajar del pedestal y sumergirse en el agua del arrepentimiento”.
Para tratar del tema, el Papa puso como modelo la figura del Juan el Bautista, un hombre “alérgico a la duplicidad”.
Algunos fariseos se habían acercado a él, probablemente porque se había hecho muy popular, pero el Bautista los apremiaba, los apretaba, y ellos se justificaban diciendo que “Abrahán es nuestro padre”.
“¡Camada de víboras! – decía el Bautista a los fariseos, ¿quién os ha enseñado a escapar del castigo inminente? Dad el fruto que pide la conversión. Y no os hagáis ilusiones, pensando: ‘Abrahán es nuestro padre’, pues os digo que Dios es capaz de sacar hijos de Abrahán de estas piedras”. (Mt 3, 1-12)
“Así, entre duplicidad y presunción, no aprovecharon la ocasión de la gracia, la oportunidad de comenzar una nueva vida: estaban encerrados en la presunción de ser justos”, comenta Francisco. Por eso Juan, que se muestra duro con estos hipócritas, les dice: “¡Muestren los frutos de una sincera conversión!”. Se trata de “un grito de amor como el de un padre que ve a su hijo arruinarse y le dice: ‘¡No desperdicies tu vida!’”.
En cambio, los que se sentían pecadores “acudían a él, confesaban sus pecados y Él los bautizaba en el Jordán”.
Adviento, tiempo propicio para cultivar la humildad
Y nosotros, ¿no seremos un poco como esos fariseos?: “Tal vez miramos a los demás por encima del hombro, pensando que somos mejores que ellos, que tenemos nuestra vida en nuestras manos, que no necesitamos cada día de Dios, de la Iglesia, de nuestros hermanos”, dijo el Papa.
“El Adviento es un tiempo de gracia para quitarnos las máscaras – que cada uno tiene- y ponernos en fila con los humildes; para liberarnos de la presunción de creernos autosuficientes, para ir a confesar nuestros pecados, aquellos escondidos, y recibir el perdón de Dios, para pedir perdón a los que hemos ofendido. Así comienza una nueva vida”, expresó Francisco.
El camino es es de la humildad, de sabernos pecadores, “y en Jesús ver al Salvador que viene por nosotros, tal como somos, con nuestras pobrezas, miserias y defectos, sobre todo con nuestra necesidad de ser levantados, perdonados y salvados”.
“Con Jesús siempre hay una oportunidad de volver a empezar. Nunca es demasiado tarde, existe siempre la posibilidad de recomenzar, ¡Tengan coraje! Él está cerca de nosotros y este es un tiempo de conversión”, sentenció el Pontífice.
Con información de Vatican News
Deje su Comentario