Cardenal Damasceno destaca la belleza como forma de sentir la presencia de Dios

El Arzobispo Emérito de Aparecida presidió una Santa Misa en la Basílica de Nuestra Señora del Rosario, ubicada en la Serra da Cantareira, Brasil.

Redacción (23/12/2022 11:06, Gaudium Press) El Arzobispo Emérito de Aparecida, Cardenal Raymundo Damasceno Assis, presidió una Misa en la Basílica de Nossa Senhora do Rosário, ubicada en Serra da Cantareira en São Paulo- Brasil, en el que dejó un mensaje de Navidad para la Asociación de Fieles Heraldos del Evangelio.

Durante su homilía, el purpurado recordó que estamos en el Tiempo de Adviento, que es marcado por la espera de la venida de Nuestro Señor Jesucristo bajo una doble perspectiva: “conmemorando su primera venida en la sencillez de un niño y viviendo la expectativa de su segunda venida en el fin de los tiempos”. En este período, “estamos llamados a vivir y dejar que se realice en nosotros el Misterio de la Encarnación”.

El Misterio de la Encarnación ilumina toda la vida humana

Al referirse al Misterio Pascual, el Cardenal explicó que “este Misterio ilumina toda la vida humana en todas sus dimensiones y perspectivas y completa el Misterio celebrado en Navidad, la Encarnación”.

Luego recordó las palabras del Papa Francisco en la Carta Apostólica ‘Desiderio Desideravi’, en la que el Pontífice trata, entre otros temas, el Misterio de la Encarnación, alabando la manera en que Dios cumplió su profundo deseo de restablecer la comunión con toda la humanidad. “La Encarnación, además de ser el único acontecimiento nuevo conocido en la historia, es también el método elegido por la Santísima Trinidad para abrirnos el camino a la comunión. La fe cristiana es un encuentro con Él vivo o no lo es” (DD 10).

La belleza como forma de hacer sentir la presencia de Dios entre nosotros

Mons. Damasceno también destacó que el Santo Padre nos ofrece en sus escritos reflexiones inspiradoras en las que se destaca la belleza “como medio para hacer y sentir la presencia real de Dios entre nosotros”. Subrayando “el compromiso de los Heraldos del Evangelio para asegurar la belleza en la formación humana y espiritual, en la liturgia y en la vida cotidiana”, el arzobispo emérito aseguró que “la belleza nos acerca a Dios y hace viva su dulce presencia entre nosotros” .

Citando un extracto del libro Herrlichkeit (Gloria), escrito por el teólogo Hans Urs von Balthasar, el Cardenal explicó que “la belleza es la última palabra que el intelecto pensante puede atreverse a pronunciar, porque esta no hace otra cosa sino coronar, como un halo de inaprensible esplendor, la estrella doble de la verdad y el bien y su relación indisoluble. Esta es la belleza altruista, sin la cual el viejo mundo no se podía entender, pero que ha dejado, en la punta de los pies, al mundo moderno de los intereses, abandonándolo a su codicia y tristeza”.

“Esta es la belleza que ya no es amada ni custodiada por la religión, sino que, como una máscara arrancada de su rostro, revela rasgos que amenazan con ser incomprensibles para los hombres. Esta es la belleza en la que ya no nos atrevemos a creer y que transformamos en apariencia para poder liberarnos de ella sin remordimientos. Esta es la belleza, en fin, que exige (como se demuestra hoy) al menos el coraje y la decisión de la verdad y del bien, y que no se deja apartar y separar de estas dos hermanas propias sin arrastrarlas consigo. en una misteriosa venganza” (Gloria. Una estetica teologica, Jaca Book, Milano 1994 [rist II.], pp. 10-11).

El Señor ha querido comer esta Cena Eucarística con nosotros

Al explicar la afirmación de que Nuestro Señor quiso comer esta Cena Eucarística con nosotros, Mons. Damasceno citó al Papa Francisco quien dice que “su deseo infinito de establecer la comunión con nosotros no puede ser satisfecho hasta que cada hombre, de cada tribu, lengua, pueblo y nación (Ap. 5,9) ha comido de su Cuerpo y bebido de su Sangre: por eso, esa misma Cena estará presente, hasta su regreso, en la Celebración de la Eucaristía” (DD 4).

Por tanto, todo aquel que se proponga ser Heraldo del Evangelio debe contribuir a que este deseo infinito del Señor se cumpla en cada corazón humano, en cada parte del mundo, haciendo presente la belleza de Dios existente en el amor y la unidad.

Según él, la Santísima Trinidad quiere también que participemos de su vida, para que, de este modo, se anule el abismo infranqueable impuesto por el pecado de nuestros primeros padres y que nos alejó de Dios. “El amor de Dios se reveló y continúa revelándose a nosotros hasta el punto de encarnarse entre nosotros, en la primera venida, y todavía necesita encarnarse en cada uno de nosotros diariamente a través de la belleza del amor”, él dijo.

Dios y el hombre se tocan a través del Misterio de la Encarnación

Finalmente, el Cardenal Damasceno aseguró que a través del Misterio de la Encarnación, Dios y el ser humano se tocan tan profundamente y de tal manera que nada podrá separarlos. Dios viene así a nosotros para que tengamos acceso a esta fuente de salvación.

Y concluyó citando al Papa Francisco que dice en el documento Desiderio Desideravi que “a través de la Encarnación, de manera concreta, Dios manifiesta su amor por nosotros. Es la forma en que él apaga su sed de nosotros, declarada en la cruz (Jn 19,28)”. (EPC)