Nuevamente trata Domani sobre el “caso Rupnik”, ahora con el testimonio de ‘Esther’. Relata ella las veces a lo largo del tiempo que tocó las puertas de autoridades religiosas para relatar los abusos, sin respuesta. “Las había visto llorar durante años…”.
Redacción (30/12/2022 11:31, Gaudium Press) Nuevamente aparece el medio italiano Domani sobre el “caso Rupnik”, ahora recogiendo el testimonio de ‘Esther’ (nombre ficticio), ex religiosa de la Comunidad Loyola ahora con 60 años, y quien en su momento fue secretaria de la superiora de ese instituto, Ivanka Hosta. Esther cuenta que ella no fue abusada sexualmente por el presbítero jesuita, pero sí narra los testimonios que recogió y los intentos fallidos que realizó para que diferentes y variadas autoridades religiosas tomaran cartas en el asunto.
El reportaje-entrevista lo hace también Federica Tourn, quien el 18 de diciembre pasado publicó ya el relato de ‘Anna’, otra ex religiosa de esa comunidad, que cuenta hechos escabrosos que incluyen manipulación con intentos de justificación teológica.
‘Esther’ entra a la Comunidad Loyola “en Liubliana en 1984” y fue de las primeras de ese instituto. En 1988 ya eran 20, y ella con 25 años “hizo los votos perpetuos junto a otras seis hermanas, entre las cuales la superiora Ivanka Hosta”. Sus primeros cinco años ahí fueron de felicidad.
La ex religiosa no fue víctima de abusos de tipo sexual por parte del P. Rupnik, aunque sí afirma que el sacerdote “construía un muro entre [la superiora] Ivanka y las otras hermanas de la comunidad”, pues él les decía a las religiosas que “que Ivanka tenía el carisma pero no sabía cómo transmitirlo: solo él podía interpretar este don suyo y transmitirlo a nosotras hermanas”.
“…Las había visto llorar durante años…”
Ella supo de los abusos sexuales del jesuita “en 1993, cuando hubo las primeras denuncias a la madre general. ‘Anna’ habló de lo sucedido con el padre Marko y antes de ella había ido a ver a [la superiora] Ivanka la otra hermana con la que Rupnik había tenido un trío, en Roma. Desde entonces muchas otras han venido a mí para decirme que habían sido abusadas por Rupnik y les dije que contactaran a Ivanka, porque ella era la superiora. Las había visto llorar durante años, desde 1985, pero solo entonces entendí el motivo, antes inimaginable para mí”.
La ex religiosa ‘Anna’ decidió un día, pues, denunciar al sacerdote ante las autoridades, por lo que “Rupnik fue expulsado de la comunidad por el arzobispo de Liubliana Alojzij Šuštar. Recuerdo que yo misma tuve la tarea de llevar todos sus cuadros al Centro Aletti de Roma. Estaba furioso”, el jesuita.
La superiora Hosta explicó a la comunidad la partida del presbítero diciendo que “Rupnik había sido expulsado porque quería apropiarse del carisma de la comunidad y hacerse pasar por fundador, pero los miembros del consejo que estábamos más cerca sabíamos la verdadera razón. Tal como lo sabían el obispo Šuštar y el padre Lojze Bratina, en ese momento el provincial esloveno de los jesuitas. Yo misma le conté todo al padre Bratina, pero me respondió que no lo creía”.
Tras la partida del P. Rupnik a Roma, la comunidad continúa funcionado en un estilo “represivo y controlador”, tal vez “por temor [de parte de la superiora Hosta] a que las noticias sobre el abuso de Rupnik de alguna manera salieran a la luz y pusieran en peligro el futuro de la comunidad”.
Las diversas puertas que tocó
La periodista pregunta a ‘Esther’ si hubo alguna reacción de los jesuitas o de la iglesia en general:
“Ninguna. Ninguno que se haya interesado, al menos oficialmente, por la separación entre Ivanka Hosta y el padre Rupnik y la posterior desintegración de la comunidad. En 1998 fui a la curia jesuita y volví a contarlo todo, esta vez al delegado para las casas internacionales en Roma, el padre Francisco J. Egaña, pero otra vez no pasó nada. Después, durante años, viví con una gran herida sin tener relaciones con nadie hasta que, antes del encierro [por Covid], conocí a una ex hermana que me dijo que la comunidad había sido comisariada”. Después de que ‘Esther’ sale de la Comunidad, fue a trabajar a una universidad católica en Roma.
Relata la periodista Tourn que “para apoyar la denuncia de ‘Anna’, el pasado mes de junio usted escribió una carta sobre los abusos de Rupnik dirigida a los jesuitas y a varias personalidades de la Iglesia, desde el prefecto del dicasterio para la Doctrina de la Fe Luis Ladaria Ferrer hasta el cardenal vicario del Papa para la diócesis de Roma, Angelo De Donatis. ¿Alguien le ha respondido?”
“Nadie – dice ‘Esther’. Y decir que a muchos de ellos los conozco personalmente”.
Recuerda Federica Tourn que el 21 de diciembre pasado, la conferencia episcopal eslovena afirmó que siente ‘dolor y consternación’ por los abusos, ‘que han permanecido desconocidos durante tantos años’. Y pregunta si “¿es eso así?”:
“En ese momento, muchos conocían los hechos, desde el obispo de Ljubljana hasta el provincial de los jesuitas y el fundador del Centro Aletti, el teólogo Tomáš Špidlík – responde Esther. Ni siquiera hoy los obispos eslovenos pueden decir que no sabían: ‘Anna’ y yo también enviamos nuestras cartas por correo electrónico certificado al actual arzobispo de Ljubljana, Stanislav Zore, al padre provincial esloveno Miran Žvanut y al padre Milan Žust, superior de la residencia de la Santísima Trinidad en el Centro Aletti de Roma, que es también superior del padre Rupnik. No creían que íbamos a llegar tan lejos en la denuncia pública y dijeron medias verdades para tratar de salirse con la suya”.
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