De niña había consagrado su virginidad a Cristo. Pretendientes despechados la acusaron de cristiana ante los esbirros del emperador.
Redacción (21/01/2023 10:05, Gaudium Press) Todos los 21 de enero la Iglesia celebra el día de Santa Inés, quien siendo muy joven, aún era adolescente, ofreció su vida por amor a Cristo. Dice San Ambrosio y San Agustín, que su martirio ocurrió cuando ella era apenas una florecilla de 13 años, en tiempos del emperador Diocleciano, que publicó sus edictos persecutorios en el año 303 desencadenando así la vorágine más sangrienta contra los adoradores de Cristo, pero que también fue la última de un imperio que sería oficialmente cristiano.
Desde joven decidió que consagraría su virginidad a Cristo y aunque en esa época era costumbre que las jóvenes aceptaran pretendientes desde muy niñas, ella los rechazaba. Su candidez y hermosura era ocasión para que fuera asediada constantemente, por jóvenes patricios romanos, incluso por el juez que la amenazaba de muerte; pero ella nunca cedió y estaba dispuesta a morir por amor a su Divino Esposo.
Parece lo más plausible que hayan sido pretendientes rabiosos y desengañados los que denunciaron a Inés como cristiana.
Sus manos, solo no eran pesadas para hacer la señal de la cruz
El juez ordenó que fuera llevada a un lugar de tortura donde se adoraban dioses frente a ella. Cuenta la historia que los verdugos querían obligarla a quemar incienso a los ídolos, pero no lograban mover sus manos, sus manos solo hacían la señal de la cruz sobre la niña. Contra su firme voluntad cristiana no servían ni las primeras palabras melosas del juez-verdugo, ni las amenazas que comúnmente vencían la resistencia de una persona tan joven. Todo, halagos, seducciones, amenazas, todo se chocó contra el muro de duro cristal de la inocencia y fortaleza de Inés.
En vista de esta situación, el juez ordenó que fuera entregada a una casa de prostitución, donde quedaría expuesta a la licenciosa vida subterránea romana. Ella entonces confió en que Dios la cuidaría y dijo: “Puedes manchar tu espada con mi sangre, pero jamás podrás profanar mi cuerpo consagrado a Cristo”.
Ya en el lugar de perdición, ella resplandecía con su pureza y nadie se atrevía a acercársele pues la luz misteriosa les producía pánico; solo un hombre lo intentó y cayó al suelo cegado por esa luz.
Por último, el gobernador de la ciudad ordenó su ejecución. Inés, al saber la noticia, simplemente se alegró. Ella fue sepultada en la Vía Nomentana, cerca de Roma. Años después la hija de del emperador romano Constantino, erigió una basílica menor en ese lugar.
La imagen de Santa Inés es representada con un cordero. En la fecha de su celebración, en la basílica de Santa Inés, se ofrecen dos corderos, con su lana se tejen los palios y se envían a los obispos metropolitanos de Occidente, como señal de que su jurisdicción depende de Roma.
A inicios del S. XX fue encontrado una parte de lo que se cree era el cráneo de la santa en el “Sancta Santorum” de la basílica de Letrán. Exámenes médicos confirman que se trataba del cráneo de una niña de 13 años.
Se la representa con un cordero, probablemente por la cercanía de su nombre ‘Agnes’, con el del cordero, ‘Agnus’. En la basílica de Santa Inés el día de ella se ofrecen dos corderos, que son alimentados hasta cuando se usa su lana para tejer los palios que se envían a los obispos metropolitanos de Occidente, como señal de que su jurisdicción depende de Roma.
Con información de El Testigo Fiel.
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