“Nada más que la Verdad”, libro que ya es de referencia, además de best seller.
Redacción (26/01/2023 17:06, Gaudium Press) Terminando con estas líneas las notas que nos propusimos sobre el best seller de Mons. Ganswein, “Nada más que la Verdad – Mi Vida al lado de Benedicto XVI”, contemos algo que ya ha sido reseñado por algunos, como es que para el ya entonces emérito Ratzinger el ascenso de Jorge Mario Bergoglio al papado el 13 de marzo de 2013 fue algo un tanto sorpresivo, pues tal vez Benedicto pensase que los años igualmente habrían pasado para ese “hermano argentino” que también había sonado en el cónclave del año 2005.
Afirma Ganswein que en sus intercambios con Ratzinger más bien le parecía que sus predicciones ‘papabiles’ se dirigían hacia tres cardenales, uno de ellos también latinoamericano pero mucho más joven: el Cardenal Odilo Pedro Scherer, de 63 años, Arzobispo de San Pablo. Los otros dos eran el arzobispo de Milán, Cardenal Angelo Scola, y el de 68 años y hasta hoy prefecto del Dicasterio para los Obispos, Cardenal Marc Ouellet.
De hecho Benedicto “conocía bastante bien al arzobispo de Buenos Aires”, a quien días antes de su renuncia había nombrado como miembro de la Pontificia Comisión para América Latina. Ganswein por el contrario no lo conocía porque al Cardenal argentino “no le gustaba venir al Vaticano”.
Expresa también el secretario Ganswein que el Papa Ratzinger y el Cardenal Bergoglio tuvieron una relación significativa “aunque indirecta” en el 2007, cuando el general jesuita Kolvenbach comenzó la preparación de la congregación que elegiría a su sucesor. Ratzinger había expresado por medio del Cardenal Bertone, solicitudes acerca de la preparación espiritual y eclesial de los jóvenes jesuitas, y el valor y la observancia del cuarto voto jesuítico de obediencia al Pontífice. La Secretaría de Estado sugirió entonces incluir al Cardenal Bergoglio en los trabajos preparatorios de esa congregación, pidiéndole una opinión sobre el estado de la Compañía de Jesús y acerca de la “hipótesis de un comisario, que ocasionalmente reaparecía”.
El ahora Papa, tal vez el Pontífice que más haya decretado comisariamientos en toda la Historia, se opuso entonces “tenazmente a esta idea”, y consiguió que Kolvenbach se presentara ante Benedicto XVI, manifestando si era necesario en nombre de Bergoglio la inconveniencia de la pensada medida.
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Un día el mundo se enteró sorprendido que después de las veinte horas del 28 de febrero del 2013 Joseph Ratzinger ya no sería Papa.
Recuerda Ganswein las palabras del Cardenal Sodano, proferidas en nombre del Colegio Cardenalicio ese 28, cuando en este último día del pontificado Ratzinger, Benedicto se reunió en despedida con 144 de los 207 cardenales de la Iglesia romana, que ya acudían a la Ciudad Eterna en transe de adiós y bienvenida. Sodano rememoró en su discurso el caminar de los discípulos de Emaús con el Maestro resucitado, y dijo al por pocas horas aún Vicario de Cristo que los corazones de los cardenales también ardieron cuando caminaron junto a él en sus ocho años de gobierno. “En mi opinión, [Sodano] logró expresar la sensibilidad de la mayoría de los cardenales” de la mejor manera, dice Ganswein. Sin embargo, el Arzobispo secretario contrasta este discurso con la homilía del mismo Cardenal en la Misa “pro eligendo Romano Pontifice”, en la que el purpurado italiano dijo que la actitud fundamental de todo Buen Pastor es dar la vida por sus ovejas, “algo que es especialmente cierto para el Sucesor de Pedro”. Por las miradas que le “lanzaban otros cohermanos”, Ganswein sintió cuanto para ellos esas palabras eran también “percibidas como una crítica no demasiado velada” a la renuncia de Ratzinger. No obstante, Benedicto no vio esa ceremonia por televisión, ni Ganswein se lo mencionó ahorrándole cualquier sentimiento al respecto.
Quería ser solo secretario privado, pero Benedicto lo obligó
Cuenta Ganswein que Benedicto, fiel a la gratitud que sentía por los fieles servicios de los suyos, le había expresado su intención de nombrarlo Secretario de la Congregación para las Causas de los Santos, habiendo ya obtenido el benévolo placet del Cardenal prefecto de esa congregación Amato. Sin embargo, Ganswein le agradeció el honor pero le dijo que quería mantener el compromiso adquirido con él, de serle fiel en la vida y en la muerte, y que deseaba seguir siendo su secretario particular.
Pero en septiembre de 2012 el Papa Ratzinger le mencionó ya su deseo de que fuera Prefecto de la Casa Pontificia, sintiendo Ganswein que su intención era que desempeñase una función de ligación con aquel que sería su sucesor. Semanas después el Papa Ratzinger vuelve al tema: Ganswein una vez más le agradece, y le dice que solo aceptaría por obediencia, pues al tiempo que le parecía un cargo de gran prestigio lo consideraba demasiado formal para sus características. Recordó entonces el hoy Arzobispo de Urbisaglia a Benedicto su promesa de fidelidad “en la vida y en la muerte”, y manifestó una vez más que solo quería continuar siendo su secretario.
Entonces Benedicto le hizo entender que él quería confirmar también al mundo la plena confianza que le mantenía; le indica que le pedía la aceptación por obediencia y que “por lo tanto tenía que responder afirmativamente”. Lo cierto es que después del debido procedimiento, se le comunica a Ganswein el nombramiento el 7 de diciembre de 2012, siendo ordenado Arzobispo el 6 de enero de 2013 por el propio Benedicto, en “la ceremonia litúrgica más solemne a la que he asistido”. Al momento de la pax, las sencillas palabras del Papa alemán al nuevo sucesor de los apóstoles fueron: “Como obispo, permaneced siempre en la fidelidad al Señor”.
Ganswein combinaría el cargo de esa Prefectura con el de secretario privado de Ratzinger por una década. Aunque en los últimos tiempos fuera de manera un tanto nominal. (Gaudium Press /Saúl Castiblanco)
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