lunes, 25 de noviembre de 2024
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San Augusto Chapdelaine, curado milagrosamente, llegó a ser bañado en sangre de perro anti-‘conjuro’

El sacerdote francés logró muchas conversiones en la china aunque no sabía bien la lengua.

Redacción (28/02/2023 08:40, Gaudium Press) Hoy la Iglesia celebra, entre otros santos, a San Augusto Chapdeleine, que fue sacerdote y mártir en la China en el S. XIX, como enviado por la Sociedad de Misiones Extranjeras de París.

Nace en 1814, cerca de Coutances (Francia). Hijo con ochos hermanos, toda la familia trabaja en una pequeña granja de su propiedad.

Se distinguió ya desde joven por su capacidad de trabajo.

Al final, la muerte de dos hermanos obligó a que se parcelase la propiedad, Augusto se vio libre de esas obligaciones familiares, y pudo seguir más fácilmente el camino a su vocación de siempre, el sacerdocio. En 1844, fue nombrado párroco y su celo obró maravillas entre sus feligreses.

Pero Dios hablaba en su corazón de lejanas tierras, de infieles que morían sin que alguien les llevase noticia de Cristo, por lo que en 1851 y, tras un corto período de preparación en la casa de las Misiones Extranjeras de París, partió rumbo a China. Después de mil peligrosas aventuras, llegó al sitio al que sus superiores le habían enviado. En diciembre de 1854, fue denunciado al mandarín de la región por el pariente de un convertido. Fue arrestado y pasó en la prisión algunos días de ansiedad, pero el mandarín se mostró bondadoso y no le hizo daño alguno. El P. Chapdelaine volvió con mayor ímpetu al trabajo apostólico y logró muchas conversiones, a pesar de su imperfecto conocimiento de la lengua.

Sin embargo, tiempo después, empezó a gobernar un nuevo mandarín.

Por segunda vez fue denunciado el P. Chapdelaine ante la autoridad, y hecho prisionero, con algunos de sus cristianos. Sus valientes respuestas provocaron la cólera de los jueces, quienes le condenaron a ser apaleado. El mártir quedó medio sordo a resultas del castigo, pero no dejó escapar ni una queja ni una protesta y, uno o dos días después se restableció milagrosamente.

El mandarín, lejos de ver en el milagro un signo de que el Dios Cristiano era el verdadero, quiso creer que la curación del sacerdote se debía a la magia, y sumido en la idolatría y el paganismo, mandó que bañaran al santo con la sangre de un perro para anular el conjuro.

De su cuello brotaron tres chorros de sangre

La segunda vez que el P. Chapdelaine compareció ante los jueces, fue condenado a recibir trescientos golpes en el rostro con una especie de pesada suela de cuero; en el suplicio perdió varios dientes y sufrió la fractura de la mandíbula. Al fin, los jueces le dieron a entender que le dejarían libre por 1.000 taels, o aun por 300, pero los cristianos no pudieron reunir esa suma. Así pues, los jueces le condenaron a morir lentamente en una jaula.

Cuando después de morir los verdugos decapitaron al mártir, vieron que de su cuello brotaron tres chorros de sangre, cosa que convenció a todos los presentes de que algo extraordinario había en él. Fue canonizado el año 2000.

(Cf. los estudios de A. Launay sobre las misiones de China, como por ejemplo, Les 52 sérviteurs de Dieu, vol. II, pp. 287-304, y Salle des martyrs du Séminaire des Missions. Fragmento extractado del artículo dedicado a los mártires de la China, en Butler-Guinea, México, 1964, vol I, pág 365. Los años no bisiestos se celebra su memoria el 28 de febrero.)

Con información de Vida de los Santos de Butler / El Testigo Fiel

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