lunes, 25 de noviembre de 2024
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Santa Perpetua y Santa Felicidad, una madre y su doncella donde brilla la fortaleza de Cristo

Perpetua era una joven madre de 22 años y Felicidad su esclava. Perpetua era muy apreciada entre la gente.

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Redacción (07/03/2023 08:06, Gaudium Press) Hoy la Iglesia celebra, entre otros santos, a las santas Perpetua y Felicidad y compañeros mártires.

Perpetua era una joven madre de 22 años y Felicidad su esclava. Perpetua era muy apreciada entre la gente.

En el año 202 el emperador Severo, otro de estos verdugos de satanás, decretó la muerte de los cristianos.

Estaba Perpetua en su casa en Cartago, en una reunión religiosa cuando llegaron los guardianes del emperador y se la llevaron prisionera, junto a su esclava Felicidad y sus esclavos Recovato, Saturnino y Segundo.

Afirma Perpetua en su diario, escrito muy leído en la antigüedad:

“Nos echaron a la cárcel y yo quedé consternada porque nunca había estado en un sitio tan oscuro. El calor era insoportable y estábamos demasiadas personas en un subterráneo muy estrecho. Me parecía morir de calor y de asfixia y sufría por no poder tener junto a mí al niño que era tan de pocos meses y que me necesitaba mucho. Yo lo que más le pedía a Dios era que nos concediera un gran valor para ser capaces de sufrir y luchar por nuestra santa religión”.

Al día siguiente unos diáconos pasaron dinero a los carceleros, y los presos fueron trasladados a otra celda menos oscura y sofocante. Además le llevaron el hijo a Perpetua, un infante de pocos meses.

Cuenta ella en su diario: “Desde que tuve a mi pequeñín junto a mí, ya aquello no me parecía una cárcel sino un palacio, y me sentía llena de alegría. Y el niño también recobró su alegría y su vigor”. Luego las tías se encargarían de educar al niño.

El gobernador de Cartago llama a juicio a Perpetua, pero ella ya había sido avisada por el cielo. Dios Nuestro Señor le concedió una visión, en la que se le dijo que subiría por una escalera llena de sufrimientos, pero que al final estaría el Paraíso. Ella contó de estas imágenes celestiales a sus compañeros, quienes encontraron en estas fortaleza para enfrentar la prueba.

Ante el juez perseguidor no dudaron, y todos declararon su fe en Cristo. El juez les rogaba que abandonaran esa religión, para salvar sus vidas, pero todos declararon preferir la muerte. Incluso el padre de Perpetua, que no era cristiano, le pidió abandonar a Jesús, pero ella no cedió.

Las dos mujeres, Perpetua y Felicidad, fueron lanzadas amarradas ante una vaca furiosa para que las destrozara. Los hombres serían llevados al circo, y ahí serían destrozados por las fieras.

Antes de morir, se les había permitido asistir a un Cena Eucarística, a una misa.

La vaca corneó sin misericordia a Perpetua y Felicidad, destrozándolas. El martirio fue completado cuando el populacho enardecido y sediento de sangre pidió que les cortaran la cabeza, y así ocurrió.

Pero hoy las recordamos como quienes nos precedieron en la fe, una madre y su doncella, fortalecidas con la fuerza de Cristo. Que ellas nos intercedan esas fuerzas para las batallas que debamos luchar.

Con información de Aciprensa

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