lunes, 25 de noviembre de 2024
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Viernes Santo: Cómo se celebra la muerte del Redentor

Viacrucis, Sermón de las 7 palabras, Liturgia de la Pasión del Señor y Adoración de la Cruz.

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Redacción (07/04/2023 08:22, Gaudium Press) Hoy Viernes Santo recordamos cuando Jesús muere en la cruz para salvarnos del pecado y darnos la vida eterna. El sacerdote lee la pasión de Cristo en la liturgia de la Adoración a la cruz. Este día no se celebra la Santa Misa.

En las iglesias, las imágenes se cubren con una tela morada al igual que el crucifijo y el sagrario está abierto en señal de que Jesús no está.

El color morado en la liturgia de la Iglesia significa luto. Se viste de negro la imagen de la Virgen en señal de luto por la muerte de su Hijo.

¿Qué podemos o debemos hacer en este día los que nos declaramos seguidores de Cristo?

Este día manda la Iglesia guardar el ayuno y la abstinencia.

Se acostumbra rezar el Via Crucis y meditar en las Siete Palabras de Jesús en la cruz.

Se participa en la Liturgia de Adoración a la Cruz con mucho amor, respeto y devoción.

Se trata de acompañar de corazón a Jesús en su sufrimiento, pensando también en nuestras faltas y miserias, en lo mucho que le debemos, y en el amor infinito de Jesús.

A las tres de la tarde, recordamos la crucifixión de Jesús rezando el Credo.

Via Crucis

Cruz 3 250x375 1Via Crucis”, en latín “Camino de la Cruz”. También conocido como “Estaciones de la Cruz» y “Vía Dolorosa”. El Via Crucis es una manera de recordar la pasión de Jesús y de revivir con Él y acompañarlo en los sufrimientos que tuvo en el camino al Calvario.

Se divide en catorce estaciones que narran, paso a paso, la Pasión de Cristo desde que es condenado a muerte hasta que es colocado en el sepulcro.

El Via Crucis se reza caminando en procesión, como simbolismo del camino que tuvo que recorrer Jesús hasta el Monte Calvario. En ocasiones, alguno de los participantes lleva una cruz grande y es el que preside la procesión. Se hacen paradas a lo largo del camino para reflexionar en cada una de las estaciones.

Comúnmente se escucha con atención una lectura corta sobre la estación que se medita y al final de cada una, se puede rezar un Padrenuestro, Avemaría y Gloria. mientras se camina hasta la siguiente estación. El que lleva la cruz, se la puede pasar a otra persona.

Estaciones del Via Crucis

1.- Jesús es condenado a muerte

2.- Jesús lleva la cruz a cuesta

3.- Jesús cae por primera vez

4.- Jesús encuentra a María.

5.- Jesús es ayudado por el Cireneo

6.- La Verónica enjuga el rostro de Jesús

7.- Jesús cae por segunda vez

8.- Jesús consuela a las santas mujeres

9.- Jesús cae por tercera vez

10.- Jesús es despojado de sus vestidura

11.- Jesús es clavado en la cruz

12.- Jesús muere la cruz

13.- Jesús es bajado de la cruz

14.- Jesús es colocado en el sepulcro

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El sermón de las Siete Palabras

Cruz 2Para el mundo cristiano, toda la vida de Jesús será siempre objeto de reflexión y meditación. El doloroso trance de Jesús, clavado ya en la cruz y su dolorosa agonía, fue descrito por los cuatro evangelistas (Mateo, Marcos, Lucas y Juan).

La tradición señala que duró desde el mediodía hasta las tres de la tarde. Durante este tiempo, el Redentor pronunció Siete Palabras, que iban descubriendo su fuerte padecimiento y sus íntimos pensamientos. Tenía como testigos a su Madre, la Virgen María, a San Juan Evangelista y María Magdalena.

Primera Palabra

«Padre: Perdónalos porque no saben lo que hacen». (San Lucas 23, 24)

Jesús nos dejó una gran enseñanza con estas palabras, ya que a pesar de ser Dios, no se ocupó de probar su inocencia. Nosotros debemos ocuparnos del juicio de Dios y no del de los hombres. Jesús no pidió el perdón para Él porque no tenía pecado, lo pidió para quienes lo acusaron. Dios nos ha perdonado grandes pecados, debemos reconocer esa realidad y luchar por todos los medios para dejar de pecar, pedir a Cristo que nos dé fuerzas para abandonar el pecado. También nosotros debemos perdonar a los demás, en memoria de todo lo que Cristo nos ha perdonado.

Segunda Palabra

«Yo te aseguro: Hoy estarás conmigo en el paraíso». (San Lucas 23,43)

Estas palabras nos enseñan la actitud que debemos tomar ante el dolor y el sufrimiento. Dos actitudes ante el dolor se encuentran manifestadas en los dos ladrones crucificados al lado de Jesús: uno no le dio sentido a su dolor, se rebeló contra su dolor, y el otro sí lo hizo y lo refirió al Señor. Jesucristo premió eso, le acrecentó la fe y lo llevó al paraíso.

Tercera Palabra

«Mujer, ahí tienes a tu hijo. Ahí tienes a tu Madre». (San Juan 19, 26-27)

La Virgen es proclamada Madre de todos los hombres. El amor busca aligerar al que sufre y tomar sus dolores. Una madre cuando ama quiere tomar el dolor de las heridas de sus hijos. Jesús y María nos aman con un amor sin límites. María es Madre de cada uno de nosotros. En Juan estamos representados cada uno de nosotros. María es el refugio de los pecadores. Debemos ir a Cristo a través de su Madre, y pedirle, por los dolores de su Madre, que nos una a Él y nos saque del pecado.

Cuarta Palabra

«Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» (San Marcos 15, 34)

Es una oración, un salmo. Es el hijo que habla con el Padre. Estas palabras nos hacen pensar en el pecado de los hombres. El pecado es la muerte del alma. La bondad es el constante rechazo al pecado. El pecado es el abandono que el hombre hace de Dios. El hombre rechazó a Dios y Jesús quiso experimentar un abandono para comprarnos gracias y ayudarnos a salir del pecado.

Quinta Palabra

«¡Tengo sed!» (San Juan 19, 28)

La sed es un signo de vida. Jesucristo tiene sed de dar vida a los hombres y por eso muere. Él tenía sed por las almas de los hombres. El Pastor estaba sólo, sin sus ovejas. Durante toda su vida Jesús había buscado almas. Los dolores del cuerpo no eran nada en comparación del dolor del alma. Que el hombre despreciara su amor le dolía profundamente en su corazón. Todo hombre necesita ser feliz y no se puede ser feliz sin Dios.Calmemos la sed de Jesucristo acercándonos a Él como las ovejas al Pastor.

Sexta Palabra

«Todo está consumado». (San Juan 19, 30)

Todo tiene sentido: Jesús por amor nos da su vida. Jesús cumplió con la voluntad de su Padre. El plan estaba realizado. Nuestro plan no está aún terminado, porque todavía no hemos salvado nuestras almas. Pero para salvarlas, debemos unirnos al sacrificio que Jesucristo consumó en la Cruz. Él murió para conquistarnos fuerzas, que solo obtendremos si se las pedimos.

Séptima Palabra

«Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu». (San Lucas 23, 46)

Jesús muere con serenidad, con paz, su oración es de confianza en Dios. Se abandona en las manos de su Padre. Desde ya debemos pedir a Jesucristo que nos conceda una buena muerte, en unión con Él. Que esta unión vaya creciendo a lo largo de nuestra vida, para que la muerte, con toda su tragedia, no sea sino la apertura de la entrada a la unión eterna con Dios.

Este encomendar de nuestro espíritu a Jesucristo, debe ser a todo momento, se debe transformar en la constante de nuestras vidas.

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