lunes, 25 de noviembre de 2024
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San Sabas el godo, Dios lo curaba milagrosamente, los ángeles lo conducirán a la gloria eterna

Era un godo cristiano. Pero los propios godos lo persiguieron.

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Redacción (12/04/2023 09:23, Gaudium Press) Hoy entre otros santos celebramos a San Sabas, descendiente de godos que cruzaron el Danubio y que se instalaron en las provincias romanas de Dacia y Moesia, que es parte de lo que hoy es Rumania y Servia. De ahí partían en expediciones a Galacia y Capadocia (en lo que hoy es Turquía), donde tomaban prisioneros a cristianos, que terminaron convirtiendo a muchos de sus nuevos amos. San Sabas era hijo de unos de estos godos convertidos, que le dieron buena educación.

Pero que se convirtieran algunos no es sinónimo de que se convirtieran todos, y los jefes godos por lo general seguían detestando la fe de Cristo. En el año 370 uno de estos jefes movió nueva persecución contra los cristianos, tal vez por vengarse de la declaración de guerra del emperador romano, que ya era cristiano.

La persecución comenzaba obligando a los cristianos a comer carne ofrecida a ídolos. Pero ocurría que algunos amigos de los cristianos tuvieron la idea de reemplazar la carne maldita con carne normal, para que los cristianos pudieran comerla: los perseguidores paganos creerían que comían carne contaminada, pero los cristianos también, y por ello San Sabas rechazó esta práctica pues induciría al error a muchos que eran ya seguidores de Cristo. Decía el Santo que no reconocía como cristianos a quienes así hicieran, lo que fortaleció la fe de muchos.

Algunos consideraron a San Sabas demasiado rigorista y por eso lo obligaron a salir de su tierra. Sin embargo lo llamaron nuevamente cuando la persecución arreció.

Un emisario del gobierno llegó al lugar donde estaba Sabas, para descubrir quienes eran cristianos. Los católicos se concertaron para jurar que allí no había ningún católico. San Sabas los recriminó y se opuso a ese plan. El emisario –que supo de la oposición de San Sabas– lo mandó llamar y le preguntó cuáles era sus bienes. Cuando se enteró que era pobre, pues había entregado su fortuna a los necesitados, lo despreció y despidió.

En la Pascua del año 372 la persecución recrudeció. San Sabas se dirigía adonde el sacerdote Gutica a celebrarla, pero avisado desde el cielo, vuelve a su lugar de origen a conmemorarla con el sacerdote Sansala.

Lo hieren pero se cura milagrosamente

Pero tres días después de Pascua, Atarido, hijo de príncipe, y sus secuaces, asaltan la casa del sacerdote, se apoderan de este y de Sabas y los maltratan brutalmente. Sin embargo, empieza a verse que Dios tenía una unión especialísima con Sabas, pues no queda en su cuerpo ningún vestigio de los malos tratos.

Sin embargo el perseguidor Atarido fue ciego, no quiso ver en ello la mano de Dios, y redobló la crueldad contra el santo. Volvieron a darle carne impura, al santo y al sacerdote Sansala, que ellos valientemente recusaron. Entonces, y cuando San Sabas explicaba sus razones divinas, un soldado le clavó una lanza contra el pecho con todas sus fuerzas. Todos lo daban por muerto, pero el santo continúa hablando y le dice. “¿Piensas que así tal vez me puedes matar? El golpe de lanza que contra mi pecho dirigiste, no me hizo un mal mayor que si me hubieses tirado un copo de lana”. Hubiera sido normal que este hecho hubiese conducido al arrepentimiento a sus verdugos, pero no: Atarido da orden de matar como sea a Sabas.

Fue conducido a las márgenes del río Mussovo, que es afluente del Danubio, donde debería ser ahogado.

El mártir ve a los heraldos de la gloria eterna

Los soldados le ofrecieron la ocasión de huir, pero el santo les dijo que hicieran lo que les había sido ordenado. “Veo en la otra orilla lo que no podéis ver. Veo allí a los mensajeros de Dios, que vinieron a buscar mi alma para conducirla a la gloria eterna”.

Fue entonces atado y lanzado al agua, y así murió San Sabas el 12 de abril del 372, siendo emperadores Valentiniano y Valente.

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