lunes, 25 de noviembre de 2024
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Santa Liduvina, casi 40 años en un lecho de dolor, reparando los pecados de los hombres

Dios colmó de dones a Liduvina, pero permitió que lo acompañara en los dolores de su pasión.

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Foto: Wikipedia

Redacción (14/04/2023 07:47, Gaudium Press) Santa Lidwina, o Liduvina, o Lidia es uno de los santos que la Iglesia celebra normalmente hoy, aunque por estos días la fiesta principal es la octava de Pascua.

Ella nace en Schiedam, cerca de La Haya, hoy Países Bajos, en 1380.

Nace en un hogar pobre y honesto, hija de Pedro el sereno.

Cuando tenía 15 años cae en el hielo del lago Schie, donde patinaba con sus amigas, se rompe una costilla y su herida se ulcera, y llega a gangrenarse con bastante dolor. Tiene neuralgias, sufre en los ojos, se le afecta el hígado, los pulmones. Con los días otros males invaden su cuerpo, llega incluso a sufrir de peste bubónica que asolaba la región. Se afirma que de lo único que no se vio afectada fue de lepra. Había un designio en que padeciera en su cuerpo. Pero ya empezaba a ocurrir algo completamente inexplicable y es que la pus de su cuerpo olías a rosas, y los emplastos que le eran retirados, incluso con bichos, embalsaman la casa.

Su ánimo al principio rondaba la desesperación, sentía que Dios no se interesaba por ella.

Pero un día, después de algunos años de iniciar sus males, alguien le dijo que ella había meditado poco en la Pasión de Cristo, por lo que lo comenzó a intentar. Sin embargo, sus dolores no le dejaban pensar en los sufrimientos que cargó el Señor.

Un día le llevaron la Comunión y sintió interiormente la voz de la gracia diciéndole que su misión en la tierra era acompañar a Jesús en el calvario, y clavarse ella voluntariamente en la Cruz salvífica, ayudando al Redentor a cargar con los pecados del mundo.

Empieza entonces a recibir especiales gracias, a preocuparse por los otros, aunque sus sufrimientos físicos no aminoran. Comienza a ver a su ángel de la guarda, y junto a los bubones consecuencia de la peste bubónica, aparecen los estigmas de Cristo.

La gente empieza a comentar los favores sobrenaturales con que Dios la obsequia, y su lecho de dolor se convierte en lugar de peregrinación.

Los dones de tipo místico se suceden. Siente de lejos el pecado y repara por él.

La discreción de espíritus le empieza a ser habitual, de manera que advierte las faltas de quienes la visitan, y se las pone de presente para que se enmienden. Su habitación se transforma en un hospital de almas.

Muere el 14 de abril de 1433, después de casi 40 años postrada sufriendo, reparando los pecados de los hombres. Encomendémonos a ella.

Con información de la Archidiócesis de Madrid en Catholic.net

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