martes, 24 de diciembre de 2024
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Cuando el sacerdote abusador escribe relatos de los abusos: el caso del padre ‘Pica’

El diario del padre ‘Pica’ llegó fortuitamente a manos de su sobrino en el 2021. Este decidió pasárselo a El País.

Padre pica

Padre ‘Pica’

Redacción (09/05/2023 16:20, Gaudium Press) El caso es realmente de novela gótica; pero no, es más real que el mar y la tierra. Y no hubo necesidad de investigación previa para que llegara a los medios, sino que fue el propio sobrino del sacerdote abusador quien entregó el diario, dado el descaso – según cuenta – que tuvo en la Compañía de Jesús.

Estamos hablando de lo ocurrido con el sacerdote jesuita Alfonso Pedrajas Moreno, más conocido como el padre ‘Pica’, fallecido en el 2009, que estuvo casi cinco décadas en Bolivia, donde escribió una bitácora en la que no tuvo empacho en relatar el abuso que perpetró de al menos 85 menores, buena parte de ellos en el Colegio Juan XXIII de Cochabamba.

En el 2021 ese diario-bitácora de 383 páginas llegó a las manos de un sobrino del sacerdote, quien decidió pasárselo a la Fiscalía española, que desestimó el caso por prescripción de los hechos ahí relatados. Pero entonces el sobrino del padre Pica decidió entregarlo a El País, medio que hizo un trabajo previo de confirmación de algunos de los horrores ahí relatados, que no son solo de abusos, sino también de encubrimiento. Fueron entrevistadas algunas víctimas sobrevivientes, el sobrino e incluso un supuesto novio del sacerdote que quiso permanecer anónimo por represalias. El País publica un primer reportaje sobre el asunto el 30 de abril pasado.

El Padre Pica no solo fue vice-rector y rector del Colegio Juan XXIII en Cochabamba, sino que después, en 1989, se ocupó de los novicios jesuitas de Cochabamba y Oruro. Pero fue particularmente a los chicos de ese Colegio, que acogía a niños pobres y por tanto especialmente vulnerables, a los que el jesuita abusaba.

Tras la muerte del padre Pica en el 2009, sus pertenencias quedaron guardadas en una bodega familiar, y fue ahí, donde en diciembre del 2021 fueron encontradas por Fernando Pedrajas, el sobrino, mientras limpiaba. Como consideró que – tras algunas comunicaciones – la Compañía de Jesús en Bolivia no tomaba en cuenta la gravedad de los hechos, y dada la opinión prescriptiva de la Fiscalía, decidió darle el diario a la prensa.

Cuenta el sobrino Fernando, que el padre “Pica” no se contentó con escribir sus abusos sino que además los confesó a otros religiosos y compañeros, quienes “en lugar de rechazarlo y brindarle la ayuda adecuada, justifican sus actos como debilidad física, no moral”. Solo le dan el consejo, para superar su ‘debilidad’, de “rezar mucho”.

Aumenta el caso

Pero después de publicado en El País lo que algunos ya llaman el Caso Pica, este no ha hecho sino aumentar.

Ex estudiantes del Colegio Juan XXIII dicen que otros dos sacerdotes cometieron los mismos tipos de abusos con adolescentes entre 1983 y 1997. Hay incluso videos y cartas de víctimas que denuncian a sus agresores.

Tras el escándalo la Compañía ha emitido un comunicado pidiendo perdón por lo ocurrido, y afirmando su “política de tolerancia cero ante los abusos”. También han comunicado la suspensión de ocho sacerdotes que ejercían como provinciales, para verificar si no atendieron denuncias que les habían sido hechas. Asimismo una abogada, Audalia Zurita, dijo que se ha presentado denuncia ante la Fuerza Especial para Combatir la Violencia.

Expulsado de la compañía por denunciar

Si lo publicado no fuese ya demasiado, ahora llega la noticia de un ex jesuita de Oruro y ex diputado, Pedro Lima, quien afirmó a El País que fue expulsado de la comunidad al revelar no solo los abusos de Pica sino también los de los jesuitas Luis Tó y Antonio Gausset Capdevila, a quien le decían Tuco. Lima es uno de los nombres que aparecen en el diario de Pica, y después de 22 años decidió hablar de lo que pasó con él.

En la carta de expulsión de la Compañía, los jesuitas prometieron financiar a Lima los gastos para que pudiera estudiar teología. Efectivamente, recibió 3.000 dólares del sacerdote Marcos Recolons, que pocos años después sería enviado a Roma, a altas instancias del gobierno de la comunidad. Pero “un año y medio después, Recolons me llamó por teléfono para decirme que la compañía me estaba sancionando y recortando mis fondos [de estudio] porque seguía hablando de casos de pedofilia. Era una forma de silenciarme. Me ha dicho: ‘No permitiré que hables [mal] de mis hermanos jesuitas’”, dijo Lima.

Se calcula que una decena de jesuitas bolivianos y españoles estarían implicados en la presunta red de encubrimiento.

Con información de La Nuova Bussola Quotidiana

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