sábado, 23 de noviembre de 2024
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El retorno de la Virgen

Como una tarde de frío, / como lluvia sin rocío, / como una caverna oscura, / era la Tierra en penumbra.

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Redacción (26/05/2023 21:09, Gaudium Press)

Como una tarde de frío, / como lluvia sin rocío, / como una caverna oscura, / era la Tierra en penumbra.

Esperanza, yacías muerta, / Ilusión, ya no despiertas; / los placeres desgastados, / un laúd despedazado.

Pero Dios oyó el quejido, / de esas almas en lamento, / y una Perla, la más fina, / imaginó en su portento:

“En su cándido nombre, / el susurro de los mares; / De sus cabellos castaños, / diez faroles sin iguales; / En su seno purísimo, / el Autor de los Cantares”.

Al inicio gritó Dios: / – Háganse los luceros: / se cristalizaron los ángeles, / eran, puros, cándidos, fieros.

Pero un tercio de la luces, / se sumergió en la penumbra; / en vez de vivos colores, / su voz de carbón retumba.

Vagaron por la tierra, / envidiaron a los hombres: / pues ocuparían sus tronos, / que gobernarían señores.

– ¡Infelices! ¡Animales!, / así aullaban las sombras. / – ¿Qué es lo que os creéis, / si seréis más bien derrotas?

Se esparcieron sin tardanza, / maquinando sus maldades: / – A este… triturad la esperanza; / – ¿Y a ese…? – Vomítense en sus carnes; / – ¿Aquel…? – Que se incendie en ciego orgullo; / – ¿Y a este…? – Que inhale viciados aires.

– ¡Pero miren ese!, la luz todavía refleja… / – Pues que sea ahora atacado, / por cielo, por mar y por tierra.

El mundo se tornó en sombra, / fue caverna, fue pantano. – ¿Y los jardines del Edén?, / – Ja, ilusos, / un mero recuerdo vano.

Embriagados de victoria, / ahítos a porfía. / Hasta que llegó el día, / en que el corazón de Dios, / empezó a latir ‘María’.

– Ja, no temáis solo una niña; / una de esas ya engañamos. / La Luz la llamaba Eva, / y a Adán encadenamos.

Pero llega el temido día: por fin surge María.

Los ángeles buenos, / aunque eran avisados, / lloran, cantan, ríen; / quedaron estupefactos:

– Ha llegado, es la Reina, / congréguense batallones, / pulid los filos, yelmos, / blandid todos galones. / – Y vosotras respirad alivio, / ha nacido el nuevo río, / donde mataréis el hastío, / de almas en desvarío.

Fue entonces que todo cambió.

Del lodo como luceros, / brotaron torres de Chartres; / las arrepentidas Evas, / parieron santos de arrabales. / De sombras surgió el vitral, / que iluminó los instantes, / de nuevos hijos de Adán, / que engendraste como Madre.

Regresa tierna Señora, / Virgen, Fuerte, Generala; / vemos allá tu palacio, / de zafiro, de lirio y jaspe. / Pero esta Tierra desolada, / implora tu reina estampa, / así tu Divino Hijo, / el Cristo-Cordero acampa.

 

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