Estadísticas recientes apuntan al crecimiento del suicidio infantil en todo el mundo. Pero, ¿explican estos porcentajes el por qué de esta triste y preocupante realidad? Una reflexión.
Redacción (23/06/2023 14:03, Gaudium Press) “Todo buen árbol da buenos frutos; todo árbol malo da frutos malos. Por sus frutos los conoceréis” (cf. Mt 7, 17;20). Esta máxima evangélica refleja varias realidades, entre ellas algunos problemas actuales. De hecho, ¿qué frutos cosecha nuestra sociedad hoy?
Dentro de esta perspectiva, el resumen más esclarecedor de una sociedad se encuentra en el comportamiento de sus elementos más jóvenes, el futuro de esa misma sociedad.
Por tanto, si partimos de esta premisa, nuestro futuro puede ser objeto de preocupantes conclusiones: según datos de la OMS (Organización Mundial de la Salud), cada 40 segundos se produce una muerte por suicidio en el mundo. Sin embargo, esta enfermedad, antes rara entre los niños, ahora les afecta cada vez más. Entre 2002 y 2012 hubo un aumento del 40% en los suicidios de niños y adolescentes de 10 a 14 años; y 33,5% en el grupo de 15 a 19 años.
Por esta razón, Brasil, que ocupa el octavo lugar en el mundo en términos de suicidio infantil, se unió al “Plan de Acción de Salud Mental 2013-2023” de la OMS, que tiene como objetivo reducir esta tasa hasta en un 10% para el año en curso. Sin embargo, el porcentaje de muertes sigue aumentando.
Las razones del crecimiento del suicidio infantil
Sería un gran error atribuir esta crisis a los propios niños o jóvenes.
Aunque podemos enumerar varias causas, destacamos las que parecen ser las principales:
Primero, el DESMONTE DE LA ESTRUCTURA FAMILIAR: muchas veces privado del más básico afecto paterno o materno, el niño abre los ojos a este mundo sin las indispensables ayudas naturales de quienes deben proporcionarle no sólo el sustento, sino el ejemplo.
Sin alguien que nos sirva de modelo y guía -especialmente los padres-, ¿por qué debería sorprendernos que los chicos tiendan al maltrato, las malas costumbres y la rebeldía? Esta es, sin embargo, una consecuencia inevitable.
Aún en esta línea, los padres también son responsables de brindar elementos lúdicos que equilibren los afectos y el temperamento de sus hijos, dándoles una instrucción adecuada a su edad, para que, posteriormente, existan bases sólidas para el desarrollo humano y la cultura de estos individuos aún en crecimiento.
Bueno, ¿ha pasado eso? Creemos que cada vez menos, como señalan las estadísticas.
Con razón, los niños huérfanos (incluso de padre y madre) no son los menos entre los que se suicidan.
En segundo lugar, LAS REDES SOCIALES: dado que el instinto de sociabilidad de los niños suele ser desorientado por los padres, conviene darle alguna salida, ya que es inseparable de la naturaleza humana.
Como los padres han tomado muchas veces la mala costumbre de delegar la formación de sus retoños en “cuidados virtuales” para que su atención quede atrapada (quién sabe en qué), la personalidad de tales niños, lejos de desarrollarse, queda incrustada.
Consecuencia: niños excesivamente tímidos, presentando dificultades de comunicación, teniendo dificultades en expresar en ocasiones sus más íntimos sentimientos afectivos hacia sus propios padres. En un segundo momento, cuando se les presentan las primeras oportunidades de establecer nuevas relaciones, con quien sea, toda la facultad sensible del afecto (hasta entonces desorientada y reprimida) estalla en desequilibrios de interacción a través de las Redes Sociales.
En efecto, entre un niño, la pantalla de un celular y otra persona (desconocida) que le presta atención, se crea un profundo vínculo de unión; es entonces cuando empiezan a aparecer los “me gusta” de los compañeros de colegio, reemplazando el ya tan ausente calor maternal.
Estos niños corren ciegamente tras los “me gusta”, como nunca pudieron correr tras los balones que, años antes, habrían moldeado mejor su carácter ahora apático.
Lejos de afirmar que las Redes Sociales (virtuales) son un mal en sí mismas, solo recalco que, al igual que una madre nunca le regalaría a su hijo un cuchillo como “juguete” por su cumpleaños – con el pretexto de ser una herramienta muy útil –, igualmente no tiene sentido reemplazar la interacción humana con el entretenimiento virtual, como vemos con frecuencia hoy, por concesión de los padres – para verse libres de su vocación pedagógica.
El caso es que, mientras los niños de hoy aumentan los “likes” o “dislikes” en su pequeño mundo virtual, sus mentes quedan cada vez más huérfanas del calor humano, único factor capaz de alimentar el alma, antes que los sentidos concretos.
Con carencias, y dadas las circunstancias imprevistas que la vida está a punto de revelar a estos niños, el pensamiento absurdo de suprimir la propia vida se convierte en un tema a considerar…
Entonces, ¿qué esperar de los adolescentes que no pudieron sentir el afecto materno, la atención y el apoyo paterno, o incluso la ayuda fraterna? Quienes son incapaces de superar las dificultades que la vida ordinaria puede presentar, se encuentran inmersos en un mundo virtual incapaz de brindarles una alegría profunda, sincera y espiritual.
El corazón del problema
En esta agenda, llamo la atención sobre otro punto fundamental: ¡porque el hombre es naturalmente religioso, es un crimen no atender el sentido de lo maravilloso[1] de cualquier niño en estado de inocencia!
Por eso, acuda a la OMS (Organización Mundial de la Salud) para saber si el suicidio infantil se da entre personas de práctica religiosa, y encontrará respuesta a una de las principales causas de este mal que nos azota: la falta de fe en los jóvenes. . En la práctica, el DESCRÉDITO DE LA ESPIRITUALIDAD es un ataque a la cordura del niño – generador de desórdenes que pueden dar lugar a revueltas -, porque mientras el niño, manteniendo intacta, en la sencillez de su alma creyente, la fe religiosa, el sano tradicionalismo y un profundo afecto por sus padres, no confiará en sí mismo ni en sus propias fuerzas, sino que buscará, en primer lugar, ponerse en contacto con los demás, encontrando en la sociabilidad un remedio contra el individualismo depresivo y desastroso que los ha llevado al suicidio.
Que nuestro “like” sea, por tanto, a los hijos, y no a los medios inapropiados a los que tantas veces los exponen sus propios padres, dejándolos huérfanos y, más tarde, desesperanzados de esta vida aún en su carrera inicial, cuando el “dislike” de esta vida se convierte para ellos, lamentablemente, en la única salida…
Por Aloisio de Carvalho
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[1] Sobre todo, entiendo el sentido de lo sobrenatural, puesto por Dios en el alma de toda criatura humana.
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