domingo, 24 de noviembre de 2024
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Santa Cristina: niña mártir, lirio en pantano oscuro

Una niña pagana que en casa vio las peores atrocidades contra cristianos, cometidas por los soldados de su padre. Pero que fue conquistada por la bondad de Cristo.

El martirio de Santa Cristina Museo del Prado 700x418 1

Martirio de Santa Cristina – Foto: Wikipedia

Redacción (24/07/2023 12:38, Gaudium Press) ¡Qué difícil es para el mundo de hoy, donde no se tolera el sufrimiento, comprender la belleza del martirio sufrido por amor de Dios…! La historia de los santos tiene joyas que este mundo en buena medida desconoce. Es el caso de Santa Cristina.

Cristina nació en el Imperio Romano, en el año 288 d.C. C. Tenía una posición prestigiosa en la sociedad, ya que su padre era un oficial del ejército que prestaba servicio en Tir, cerca de la actual Toscana.

Un edicto del emperador contra los cristianos siguió cobrándose vidas inocentes. Eran arrancados de sus casas, de sus familias, de sus amigos, sólo por servir al único Dios, y por no profesar la vana práctica de la religión romana.

Urbano, el padre de Cristina, como era de esperarse por su cargo, era cumplidor de las normas de César. No se sabe si se limitó a obedecer, ya que era soldado, o si disfrutó ejerciendo esta cruel autoridad. Lo que cuentan las actas es que llegó a ser tan sanguinario que llevaba a los cristianos a su propia casa, y, sin seguir ningún tipo de jurisdicción, los torturaba, los llevaba a prisión y, finalmente, los mataba de las formas más perversas.

El Perfume cristiano atrae a Santa Cristina

La fuerza del alma de los cristianos condenados al martirio, sin embargo, fue conquistando poco a poco el corazón de Santa Cristina. La pequeña, apenas alfabetizada, veía en las áreas cercanas a su habitación el escenario de terribles espectáculos, que el loco Urbano ofrecía sin pensar en cómo afectaría a su propia descendencia.

Gotisches Tafelbild mit der heiligen Christina von Bolsena 250x344 1Curiosa por la falta de reacción o votos de venganza que los cristianos no hacían al morir, Cristina se preguntó a qué se debía tanta serenidad y alegría, y comenzó a acercarse a los presos en casa de su padre. Una de ellas, una esclava que había sido golpeada por ser cristiano, al ver la sana duda que se formaba en el espíritu de la muchacha, le mostró el Evangelio, le explicó el catecismo y le mostró la bondad católica.

Cristina, atenta a todos los martirios ocurridos en su casa, fue tocada por una gracia: aceptó ser cristiana también. Pidió el bautismo a esta esclava, quien lo concertó con un sacerdote que estaba preso allí. Éste preparó una ceremonia en la noche y bautizó a la pequeña, quien con gusto recibió las aguas que lavaron su espíritu.

Guerra con el padre

El espíritu cristiano de Cristina comenzó a mostrarse al ayudar a los presos. Buscaba llevarles agua y alimento, además de tratar de liberarlos. Su padre descubrió sus intenciones y la castigó azotándola. Urbano pensó que bastaría una golpiza para que Cristina cambiara de opinión, pero la niña, ahora con sus 12 años, se edificó en su fe.

Al mostrarle las atrocidades de su conducta, el oficial romano, desesperado, arrojó a Santa Cristina al fuego. La hija, sin embargo, no sintió nada, ya que su Ángel de la Guarda la protegía. El padre, al ver que las llamas no la quemaban, la arrestó con los demás. Más tarde, descubrió que Christina había vendido todas las imágenes de ídolos de oro y plata que poseían y había dado el dinero a los pobres. Urbano, loco de rabia, hizo amarrar una piedra al pie de Cristina y arrojarla a un lago.

Otro milagro: la piedra, muy pesada, flotó, y con ella también la niña. Urbano, en un ataque de rabia, tuvo un infarto y murió allí mismo, frente a Cristina. Los esclavos de su padre muerto la sacaron del lago, y uno pensaría que ahí terminaría la guerra contra ella. Pero la guerra por su fe continuaría.

Santa Cristina sufre el martirio

En poco tiempo, la niña de 12 años fue citada para juicio. En este, el sucesor de su padre como oficial del ejército la acusó de matar a su propio padre, recibiendo la pena de muerte por ello. Una vez más fue arrojada al fuego, y otra vez no le pasó nada; luego de eso, Cristina fue arrojada viva a un jardín lleno de víboras, sin embargo, ninguna la mordió.

Al ver que la niña, sana y salva del peligro, cantaba alabanzas al Señor, ordenó que le cortaran la lengua. Sin embargo, incluso sin ella, siguió cantando. Finalmente, se decretó que debía morir por las flechas. Complació a Dios llevarse a Santa Cristina por medio de este martirio, el 24 de julio del año 300.

A los ojos de Dios, la muerte de un mártir es más preciosa que mil vidas arrebatadas por su temor. “La figura de este mundo pasa” (I Cor 7, 31) para todos los hombres; ¡Bienaventurados los que saben desprenderse de su vida por Jesús!

(Tomado, con adaptaciones, de Arautos.org)

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