En la eternidad tendremos vida con Dios o sin Él: con Dios, si en la Tierra viviéramos con Él; sin Dios si en la Tierra se viviera lejos de Él.
Redacción (28/08/2023, Gaudium Press) La infancia es la edad indiferente en la que se vive y se ama sin saber por qué. Es el amanecer.
La adolescencia es la edad encantadora, en la que se espera; es la edad útil, en la que se puede sembrar; la edad delicada en la que se puede formar; la edad ardiente, en la que se puede y se debe luchar; la edad feliz, cuando toda pena puede terminar en risa. Es la mañana.
La edad madura es la edad austera, en la que se deshojan las flores; la edad seria, en la que se recoge; la edad abnegada, en la que se puede hacer felices a los demás; la edad fuerte, en la que uno puede mantenerse en pie. Es el mediodía.
La vejez es la edad triste, en la que se encuentra la soledad; la edad tranquila, en la que uno hace el balance de su vida; la edad dolorosa, en la que se realiza la expiación; la edad solemne, en la que se espera la hora del descanso. Es la noche.
¿Y después? La vida con Dios o sin Él; con Dios, si en la tierra se vivió con Él; sin Dios si en la tierra se vivió separado de Él”.
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FRANCISCO ALVES. Tesoros de ejemplos. Petrópolis: Voces, 1960, p.172.
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