viernes, 22 de noviembre de 2024
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Sínodo, procesos y Cristo: ¿o Lincoln o Rey?

Ha terminado el primer encuentro del sínodo en su fase romana, a la espera de las sesiones del próximo año.

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Redacción (30/10/2023, Gaudium Press) Ha terminado el primer encuentro del sínodo en su fase romana, a la espera de las sesiones del próximo año.

En la misa de clausura el Papa ha dicho que “quizás tengamos muchas ideas hermosas para reformar la Iglesia”, pero que lo importante es adorar a Dios y amar al prójimo.

Algunos se congratulan porque el documento final no es la reinvindicación abierta de lo que muchos temían, en la línea de ordenación de mujeres, cambio de moral sexual católica, y más ‘inclusión’ a las ‘minorías marginadas’ no ‘incluidas’. Mientras que otros, la progresía radical, se lamenta de que los cambios deseados no llegan y no llegan.

No obstante, una clave interpretativa relevante parecería estar en las declaraciones del cuestionado Cardenal Jean Claude Hollerich, relator general del sínodo, quien ha resaltado la dinámica establecida, en la cual se van buscando “respuestas [con las cuales] la mayoría de la gente podía sentirse bien y escuchada”. Es decir, lo interpretamos, lo importante sería ir llegando a esos consensos ‘democráticos’, y que estos procesos se vuelvan la vía de adquisición de la ‘verdad’.

El proceso comienza, realmente comienza, al final de todo el sínodo”, expresó el purpurado de Luxemburgo. ¿Proceso rumbo a qué? No creeríamos traicionar su pensamiento si decimos que son procesos rumbo a metas por él ya apuntadas en pronunciamientos anteriores, en la línea de la heterodoxia y la desconfiguración de la Iglesia de veinte siglos.

Pero para él lo importante es lo que ha definido como “una Iglesia en movimiento”, del cual incluso el documento final del sínodo el próximo año será solo “un paso”.

Para el purpurado lo esencial es esa neo-configuración de la Iglesia en una “Iglesia sinodal”, donde se podrá “hablar de estos temas que la Iglesia tal como estaba estructurada en el pasado” no trataba fácilmente.

¿Cómo es esta Iglesia sinodal, nueva, diferente a la del pasado, ansiada por el Cardenal Hollerich?

Seguimos buscando pistas, y creemos encontrarlas cuando él nos dice que en temas candentes, de los cuales se esperaba encontrar “resistencia”, bastante gente votó a favor. Eso, en una votación parlamentaria se consideraría muy positivo, afirmó.  Creemos que esta sería una de las claves de esta su Iglesia deseada, que sea de votaciones parlamentarias, estructura donde ahora sí vigore una representatividad de tipo democrático, que vaya encontrando consensos, dirimiendo disputas, definiendo todo.

¿Y Cristo? ¿Y lo que vino a decirnos, enseñarnos, a corregir, a advertir, a orientar?

Tal vez se le podría ubicar un puesto en esta nueva configuración a la manera de un gran inspirador o luz originaria de esta nueva Iglesia, algo como un Lincoln o cualquier padre de la patria, pero al final es ya el ‘pueblo’ el que debe expresar su voluntad y tomar en autonomía las riendas de su destino, de acuerdo a su pensamiento, deseos e impulsos.

¿Pero Cristo?

Bien, no se le puede olvidar, evidente, pero lo importante es ver a Cristo con ojos inclusivos, por que al final “Éste es el planteamiento de Jesús, crear espacios para todos, para que nadie se sienta excluido”, según afirmó el Cardenal Mario Grech, secretario general del sínodo.

Es claro, el Cristo que dijo “Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré” (Mt 11,28), ahhh, pues ese es un Cristo que puede ser interpretado en versión inclusiva al gusto de todos, también de estos purpurados. Pero si ese mismo Cristo dijese “Aléjense de mí, malditos; vayan al fuego eterno que fue preparado para el demonio y sus ángeles…” (Mt 25, 41), no, ese fue solo un lapsus exclusivista de Cristo, ¡por favor!, como lo pudo haber tenido cualquier Lincoln o Martí, o cualquier grande. Pero no hay problema, para eso está ahora sí el infalible pueblo, en pleno vigor de sus derechos, que en un ejercicio dialéctico-parlamentario-sinodal corregirá cualquier desvío y llevará todo a buen fin.

Sin embargo, ocurre que Cristo no es Lincoln, sino Rey, Eterno, amoroso, pero justo. Y Soberano.

Y su Iglesia, más que sinodal-democrático-parlamentaria, es cristiana, y lo tiene a él como Cabeza, Real.

Entonces, ¿qué vamos a hacer?

Por Carlos Castro

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