Desde el balcón central de la Basílica de San Pedro, el Pontífice leyó su Mensaje de Navidad para este año 2023 y dio la tradicional Bendición Urbi et Orbi.
Redacción (26/12/2023, Gaudium Press) El pasado lunes 25 de diciembre, Solemnidad de la Natividad del Señor, directamente desde el balcón central de la Basílica de San Pedro, el Papa Francisco leyó su Mensaje de Navidad para este año 2023 y concedió la tradicional Bendición Urbi et Orbi.
¡Alégrate, Cristo nació para ti!
El Pontífice inició su discurso afirmando que “los ojos y los corazones de los cristianos de todo el mundo están puestos en Belén”, donde nació el Salvador de la humanidad. “¡Esta es la noticia que cambia el curso de la historia! El anuncio de Belén es el anuncio de una gran alegría”, destacó.
Luego aseguró que “en medio de las tinieblas del mundo, prevalece la luz de Dios, que ilumina a todo hombre. ¡Alegrémonos de esta gracia! Alegraos, vosotros que os encontráis faltos de confianza y de certeza, porque no estáis solos, no estáis solos: ¡Cristo nació para vosotros!”.
“Alegraos, vosotros que habéis perdido la esperanza, porque Dios os extiende su mano: no os señala con el dedo, sino que os ofrece su manita de Niño para liberaros de vuestros miedos, aliviaros de vuestro cansancio y mostraros que en sus ojos, vales más que cualquier otra cosa”, exhortó.
Discurso por la paz y Jubileo de la Esperanza
El Papa también aprovechó la ocasión para pronunciar un discurso por la paz, predicando que el Príncipe de la paz se opone al Príncipe de este mundo, que siembra la muerte. Así, decir “sí” al Príncipe de la Paz significa decir “no” “a toda guerra, a la lógica misma de la guerra, que es un camino sin destino, una derrota sin vencedores, una locura imperdonable”.
Después de recordar y orar por varios países que viven situaciones de conflicto, el Papa Francisco destacó la proximidad del tiempo de gracia y esperanza del Jubileo, que será celebrado por toda la Iglesia en 2025.
“Que este período de preparación sea una oportunidad para convertir el corazón; decir ‘no’ a la guerra y ‘sí’ a la paz; responder con alegría a la invitación del Señor que nos llama. ¡Acogámoslo, abramos nuestro corazón a Él, Salvador, Príncipe de la paz!”, concluyó. (EPC)
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