Un día el padre decide entrar a un convento y se lleva a su hijo que será el primer obispo de Brindisi.
Redacción (11/01/2024, Gaudium Press) Nace San Leucio probablemente en Alejandría, en el S. IV, hijo de Eudecio y Eufrodisia. Su nombre de pila era Euprescio, que probablemente significa ‘buena fortuna’.
Como a veces era costumbre entonces, su padre decidió entrar a un monasterio y llevó a su hijo con él.
Un día, que era fiesta de la Asunción de la Virgen, padre e hijo fueron a una iglesia que quedaba afuera del monasterio. La ceremonia fue maravillosa, ellos se quedaron en adoración por la noche, pero a Eudecio lo invade un sopor en el que se le reveló que pronto abandonaría esta tierra, y que un día su hijo sería consagrado obispo.
También le fue revelado a Eudecio que los herejes de la ciudad de Brindisi regresarían a la fe por el ministerio de su hijo. Otras fuentes dicen que la comunidad cristiana de esa ciudad nace por el apostolado de San Leucio.
Como señal de que lo revelado sí venía de Dios, el padre quiso que su hijo cambiase de nombre, y así cambió, de Euprescio a Leucio.
Leucio se dirigió a Brindisi, gran puerto romano que comerciaba con muchos lugares y que seguía conectando con el mundo griego. Por esa vía también llegaban cristianos de Oriente de forma abundante.
En las afueras del puerto comenzó a predicar y a bautizar. Y como su acción era acompañada de milagros, su fama pronto se extendió. Se recuerda por ejemplo la época en que las sequías asolaban la región, pero que a la invocación del Santo a la Virgen, los cielos se abrieron y las aguas fertilizaron la tierra, manifestando el poder impetratorio del santo. Las conversiones de paganos se sucedían unas a otras.
Como le había sido dicho al padre en la visión, fue hecho obispo de Brindisi. Las tradiciones locales afirman que fue el primer obispo de Brindisi, aunque esto no es enteramente seguro. Se cree que vivió en el S. IV; lo cierto es que ya se le cultuaba en el S. VI. Falleció un 11 de enero.
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